El día termina.
Subiendo Corso Vannnucci, arrecía de frío a las doce de la noche, y con mi italiano cutre, me siento más segura que subiendo las Ramblas, estrenando alpargatas, y con mi catalán inexistente.
De vuelta a casa.
Subiendo Corso Vannnucci, arrecía de frío a las doce de la noche, y con mi italiano cutre, me siento más segura que subiendo las Ramblas, estrenando alpargatas, y con mi catalán inexistente.
De vuelta a casa.
En el avión, unas horas antes, sobre las nubes. Escribo con un boli azul y pienso que si el avión explotara por los aires, lo que estoy escribiendo, sería lo último que escribiría. Entonces dejo de escribir y leo. La muerte desde el cielo o la muerte en la tierra y de preámbulo, una vejez jodida decorada con ataques de olvido. Lecturas y teatro, dichosa literatura tan tétrica que me hace pensar en exceso. Aunque la vida, como dijeron, quede por delante.
El día comienza.
3 comentarios:
Cuando visité Barcelona, me pareció una ciudad preciosa, muy cosmopolita, no sé como explicarlo.
Espero volver prontito.
Un besito!
la proxima vez me llevas contigo
QUÉ BONITO. GRACIAS VAGABUNDA
Publicar un comentario