sábado, 25 de abril de 2009

23 de abril en Barcelona

El día termina.
Subiendo Corso Vannnucci, arrecía de frío a las doce de la noche, y con mi italiano cutre, me siento más segura que subiendo las Ramblas, estrenando alpargatas, y con mi catalán inexistente.
De vuelta a casa.



En el avión, unas horas antes, sobre las nubes. Escribo con un boli azul y pienso que si el avión explotara por los aires, lo que estoy escribiendo, sería lo último que escribiría. Entonces dejo de escribir y leo. La muerte desde el cielo o la muerte en la tierra y de preámbulo, una vejez jodida decorada con ataques de olvido. Lecturas y teatro, dichosa literatura tan tétrica que me hace pensar en exceso. Aunque la vida, como dijeron, quede por delante.

Retrocedamos más. Qué maravilla de sol.
Y Rambla arriba, y Rambla abajo. Y olor a rosas.
Parece que no entrase nadie más en las Ramblas de Barcelona durante el día de San Jordi. Pero siempre se puede hacer un hueco. Me encanta rebuscar entre libros gastados. Encuentre o no, eso es lo de menos.

Al mediodía, de aperitivo –no italiano–, pan y tomate.
Aún no sabíamos cuánto andaríamos. Si no, en lugar de un cruasán, me como dos. Ay, qué bonita pinta Barcelona, y qué ricos los zumos de frutas del mercado.

La mañana despierta en 23 de abril, día del libro. San Jordi. Barcelona. Qué emoción.
Mi madre aún duerme. Nos parecemos cada día más.
El día comienza.



3 comentarios:

javixu dijo...

Cuando visité Barcelona, me pareció una ciudad preciosa, muy cosmopolita, no sé como explicarlo.
Espero volver prontito.
Un besito!

maybe, forse, quizás dijo...

la proxima vez me llevas contigo

hatoros dijo...

QUÉ BONITO. GRACIAS VAGABUNDA