Agridulce y miserable como la vida.
El pasado, el presente, el futuro y el miedo a ser felices. La sintonía de los malos momentos, y de los buenos. Los revoltijos de pelos y las trenzas largas. Las conquistas casuales, los tesoros encontrados entre la basura. La amistad, el amor, el egoísmo, la arrogancia.
Rosario y Milagros fueron dos amigas de instituto. Pasado el tiempo, son dos mujeres adultas que se encuentran fortuitamente. Buscan huir de un día a día que no es el que soñaron. Pero los sueños no eran otra cosa que zapatitos rojos de charol. Y el brillo se quedó debajo de una capa de polvo, en el tic tac de un reloj sin pilas.
Un viaje hacia los huesos que quedan acumulándose debajo de los cementerios. Un camino hacia el interior que en un momento atrás tuvieron dentro. Diferentes modos de ver la vida, y la risa y la ironía que salvan de los llantos. El humor que nace en los entierros, la gracia que se superpone a la mala leche.
Una palabra tuya es una película que pasó sin pena ni gloria por los cines el verano pasado y que hoy me ha rescatado de una tarde de rumiación vacuna. Es una escena maravillosa entre reproches, basuras y sorpresas.
Una palabra tuya es también un libro, la novela homónima en la que se basa el filme, y que le supuso el premio Biblioteca Breve 2005 a su autora, Elvira Lindo.
Elvira Lindo tiene la capacidad de mostrar con sencillez la complejidad de la vida. Sabe hablar de crudezas sin eufemismos, de relaciones humanas con la dosis esencial de sarcasmo y ternura.
Dos personajes protagonistas: Malena Alteiro como Rosario y Esperanza Pedreño como Milagros.
Dos personajes secundarios, pero imprescindibles: la dosis de realidad que regala Morsa, interpretado por Antonio de la Torre y la dureza y genialidad que entrega la actriz Alfonsa Rosso como la madre de Rosario.
Sencilla. Agridulce y miserable. Sí, como la vida. Y todo resuelto en una sola palabra, en una palabra tuya.
El pasado, el presente, el futuro y el miedo a ser felices. La sintonía de los malos momentos, y de los buenos. Los revoltijos de pelos y las trenzas largas. Las conquistas casuales, los tesoros encontrados entre la basura. La amistad, el amor, el egoísmo, la arrogancia.
Rosario y Milagros fueron dos amigas de instituto. Pasado el tiempo, son dos mujeres adultas que se encuentran fortuitamente. Buscan huir de un día a día que no es el que soñaron. Pero los sueños no eran otra cosa que zapatitos rojos de charol. Y el brillo se quedó debajo de una capa de polvo, en el tic tac de un reloj sin pilas.
Un viaje hacia los huesos que quedan acumulándose debajo de los cementerios. Un camino hacia el interior que en un momento atrás tuvieron dentro. Diferentes modos de ver la vida, y la risa y la ironía que salvan de los llantos. El humor que nace en los entierros, la gracia que se superpone a la mala leche.
Una palabra tuya es una película que pasó sin pena ni gloria por los cines el verano pasado y que hoy me ha rescatado de una tarde de rumiación vacuna. Es una escena maravillosa entre reproches, basuras y sorpresas.
Una palabra tuya es también un libro, la novela homónima en la que se basa el filme, y que le supuso el premio Biblioteca Breve 2005 a su autora, Elvira Lindo.
Elvira Lindo tiene la capacidad de mostrar con sencillez la complejidad de la vida. Sabe hablar de crudezas sin eufemismos, de relaciones humanas con la dosis esencial de sarcasmo y ternura.
Dos personajes protagonistas: Malena Alteiro como Rosario y Esperanza Pedreño como Milagros.
Dos personajes secundarios, pero imprescindibles: la dosis de realidad que regala Morsa, interpretado por Antonio de la Torre y la dureza y genialidad que entrega la actriz Alfonsa Rosso como la madre de Rosario.
Sencilla. Agridulce y miserable. Sí, como la vida. Y todo resuelto en una sola palabra, en una palabra tuya.
2 comentarios:
yo no he visto la película, pero el año pasado en la estación de autobuses Sur buscaba un libro que leer en dos horas y media y me llamó el nombre.
es precioso. cortito pero intenso. poco a poco te vas metiendo en la historia y sí, es triste. mucho. pero es real.
un beso!
No leí el libro. Eso que una buena amiga me lo recomendó. No lo leí porque esta "amiga" me comentó que el libro contaba la historia de 2 amigas barrenderas... Al decirme "barrenderas", pasé de largo..., porque claro, si fuese una historia de 2 amigas abogadas, quizá sí la hubiese leído. Despúes llegó la película. La vi. Muy triste..., pero chapó! un 10! y VIVAN LAS BARRRENDERAS! Y BARRENDEROS!!!.
Ojalá yo fuera barrendero pa limpiar las calles por las que fui dejando las huellas de mi pasado miserable. Ojalá pudiera barrerme a mí mismo, y empezar de nuevo...
Luis Alberto.
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