La entrada de agosto significa para muchos de mis compañeros haber pasado el ecuador del periodo de prácticas. Así que después del trabajo es buen momento para compartir unas empanadas caseras. Debe ser cosa de la empresa, pero nadie entra a hacer prácticas en este periódico si antes no paso por algún otro medio. Eso hace que los becarios de La Voz sean todos de cuarto o quinto de carrera y tengan ya algún tipo de bagaje como nenos de prácticas.
Así que una de los temas de la noche fue el relato de aventuras y desventuras en prácticas, protagonizadas especialmente por las anécdotas del directo que contaban, sin pararse de reír, dos ex-becarias de la Ser. Otro básico de la nocturnidad es criticar a los jefes. Los hay que van de lobos con ganas de comerse a alguien y de los que son para comérselos. Y los hay que ni lo uno ni lo otro. Aunque si son jefes, mejor siempre criticarlos...
El ecuador del verano hace que haya ya becarios que estén deseando largarse y se amarguen en los tiempos muertos, que es lo que consiguió más puntos como inconveniente periodístico. Pero también los hay bien contentos. Y es que no es lo mismo estar en economía que en monográficos...
Y así, la noche es larga y las cuncas de viño ayudan... Así que la conversación de taberna va subiéndose de tono y de pasados, anécdotas y jefes se pasa a la crítica y reflexión de esta profesión, u oficio, en la que nos vamos adentrando... La noche, ya con las lenguas rojas -mezcla de pasión y vino-, se hace eco de nuestras palabras. Alguien sugiere –suele ocurrir- la posibilidad de hablar de algo que no sea el trabajo... Pero dos minutos después, el tema se retoma. ¿Qué tendrá el periodismo que a más nos hace odiarlo, más nos enamora?
No hay comentarios:
Publicar un comentario