Cuando mi estancia en Italia, ya me parece un recuerdo lejanísimo, de pronto, tres hechos ajenos pero coincidentes en el tiempo, me topan de frente con una Erasmus demasiado reciente: Uno, una conversación con el presente que trajo de vuelta recuerdos del pasado; dos, el regreso, o casi, temporal o no, de los que parecen querer quedarse eternamente en el país de la bota; y tres, que cuando ya casí lo había olvidado, me publiquen las últimas de un montón de palabras escritas este año, que nacieron con el fin de recuperar amores, y me devolvieron mi propia integridad.
Y es que al final resulta que, sorpresiva y contradictoria, la Erasmus me dejó regalos eternos que a veces sólo son comprensivos desde la distancia.
Dejo mi último texto, como el recuerdo de las risas de despedida, del amanecer compartido y de aquel primer y frío baño del verano, bajo la mirada atenta de cuatro ojos cómplices y amigos.
Dejo mi último texto, como el recuerdo de las risas de despedida, del amanecer compartido y de aquel primer y frío baño del verano, bajo la mirada atenta de cuatro ojos cómplices y amigos.
"Del deporte a la mesa, y mientras los salernitanos asegurarán que el mejor helado es el que meten dentro de los 'brioche' en la heladería 'Neptuno'; los napolitanos presumirán de su característico dulce 'baba', con nutella y alcohol". Leer artículo
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