martes, 21 de julio de 2009

De prácticas (IV): Hoy


Hoy.
Entro a las doce en la redacción central. Hace sol.

Hablo con ayuntamientos y empresas de Ourense, Lugo, Pontevedra, A Coruña, Vigo, Ferrol, Santiago y Vilagarcía. Aprendo que esas ocho ciudades mueven todo el cotarro en Galicia.
Escucho en esas llamadas telefónicas un montón de contradicciones. Me dan, a su vez, muchas explicaciones. No todas creíbles.
Después, me hago especialista en buscar datos en los Boletines Oficiales de las cuatro regiones.

A las dos me bajo a comer. Entre los compañeros, el tema recurrente es decidir qué hacer en septiembre. Uno dice: "A hacer qué, aún no sé, pero yo tengo claro que me voy a Madrid".
Pruebo el caldo gallego. Prefiero el gazpacho.

A las tres y media vuelvo a subir. Hablo con una amiga, también becaria. La han censurado en su lugar de prácticas. Eso pasa si entrevistas al director de un periódico que no es el tuyo. También hablamos de especialización y de vanidades, ambas periodísticas.

A las cuatro pierdo un poco el tiempo, cotilleo por los archivos digitales, busco informaciones por internet, charlo con mis compañeros...

A las seis vuelvo a colgarme al teléfono, esta vez, llamadas internas a las delegaciones gallegas del periódico. "La chica de Huelva" me dicen cuando hablo con ellos. Selecciono temas que nunca cuajan, demando información y escribo un poco. Busco una foto y la vuelco. Actualizo, y escribo un poco más.
Después edito, me tocará cambiar todo y dar mil vueltas a las líneas escritas por mí y a las escritas por los demás. Me entero de por qué en este periódico nunca se acentúa "solo". Mi "supervisor" (de hoy) nunca estará plenamente convencido. Él me encanta, es la personificación del "prurito", pero sin pedanterías ni borderías, es, en sentido literal (y denominativo), un cacho de pan. Y con el que más aprendo.

No recuerdo quién hablaba hace unos días de la diferencia entre trabajar bajo presión o sin ella. Cada uno "funciona" de un modo. El jefe duro, que te grita o te bordea, a mí no me va. Sé que a algunos les funciona que te llenen de negatividad y te martiricen un poco para resurgirte y que espabiles, pero conmigo no funciona.
Decido que lo mejor de las prácticas es el ambiente. Hay buen rollo, esa mezcla de serenidad e independencia, ganas de aprender y de enseñar, risas y bromas, y también formalidad.
Parece una tontería pero no lo es. Poder dar y recibir una sonrisa es el mejor modo de trabajar.
Y sé por experiencia que no siempre se consigue.

A las ocho y media salgo del periódico. Diluvia.

1 comentario:

hatoros dijo...

GRACIAS POR ENSEÑAR LO QUE APRENDES
INTERESANTE COMO SIEMPRE EN TI
ABRAZOS AMIGA