domingo, 21 de noviembre de 2010

Una invasión de recuerdos

Todo empezó cuando al abrir Facebook vi a mi hermano convertido en Pedro Picapiedra
Silma, mientras tanto, interpretaba a Vilma. Curiosa pareja, pensé. Y seguí bicheando por la red social. 

Ángela se había convertido en La Sirenita, y entonces me acordé de Alejandro, al que relaciono más con Ariel. Los que lo conocemos sabemos por qué. Por algo los tres compartimos esa película como una de nuestras FAVORITAS entre a lo que pelis infantiles de Disney se refiere. (Siempre y cuando, eso sí, no aparezca en escena Ursula, terror de mis noches infantiles y causante de que a la niña de cinco años que yo era cuando el film se estrenó tuvieran que sacarla del cine atemorizada). 


Pero a lo que iba... Demasiados personajes animados inundaban el sábado los perfiles de Facebook. ¿A qué se debe?, pensé. Y la respuesta me llegó en forma de mensaje explicativo: 

"Del 15 al 22 de noviembre, cambiar vuestra foto de perfil de facebook por la de un dibujo animado de vuestra infancia e invitar a vuestros amigos hacer lo mismo. ¿La finalidad del juego? No ver hasta el lunes una cara humana en facebook.... si no, ¡Una invasión de recuerdos!"

Entendido el juego, reflexioné acerca de cual había sido el dibujito de mi infancia. De Disney, seguro. ¿O no?

Mary Poppins fue la gran película. Llegué a esa decisión, solo empañada por una actualidad donde las Mary Poppins ya no necesitan un poco de azúcar y acaban metidas a Cenicientas, que no fue nunca, creo recordar, de mis personajes predilectos.  
Y es que las pelis no animadas eran mi devoción: Mary poppins, La Bruja Novata, Tú a Bostón y yo a California... Pero como se apresuró a corregirme Ángela, la susodicha niñera no era personaje de dibujitos, y el juego, ya lo he dicho, consistía en deshumanizarnos. 

Así que por un rato me convertí en Pluto, mi preferido entre los clásicos.  Como perfecta voyeur, bucee en busca de los recuerdos de otros. Me llamó la atención que aquella tropa de la primera etapa Disney no hubiese sido reclamo del imaginario común en este libro de caras. 
Más de uno, sin embargo, se había convertido en Goku o en algunos de los de su tropa. Y yo me acordé de las veces que mi hermano me repetía las historias del hombre tortuga. Claro que para tortugas, las Ninja y la imagen de un póster colgado en la pared que nunca supe qué fue de él. 

Alguien se convirtió en Campanilla. Pero yo, una vez más dada a lo real, prefería la que interpretaba Julia Roberts en Hook, el capitán Garfio. Gran película. 
El zorro del amor de Coto me recordó a Chip y Chop, y a los dos desconocidos que nos estamparon algo así como Chip y Dale en Eurodisney. Resulta que los dibujitos también se lían con la Torre de Babel. 

Aunque lo que más me llamó la atención es que muchos de los dibujos que mis amigos tenían como fotos de perfil eran personajes desconocidos para mí. Dragones verdes, muñecos de trapo, perros blancos o retazos de tebeos que no sé quiénes son. La infancia y la invasión de recuerdos resultó ser un territorio privado y tan solo, quizás, compartido al cien por cien con los hermanos. 

Por eso, rebuscando en mi memoria, al final me decanté por Benji. Porque entre mis mejores recuerdos están los campos interminables de fútbol en las mañanas ociosas de verano de un camping en el que un enano y yo jugábamos a crecer. Yo me enamoraba de Benji y el enano se metía conmigo llamándome Patty, personaje de la serie (llamada Patricia) tan enamorada como yo del apuesto portero (Ok, Ángela, Patty estaba enamorada de Oliver). El desayuno se esfumaba entre partidos de Oliver y Benji rematados con empalagos infantiles de La Tribu de los Brady antes de salir a cazar lagartijas para cortarles el rabo o a apedrear las avispas que el niño tanto temería después. 

Durante mi recorrido facebookiano, también caí en la cuenta de la mente traicionera. Muchos, de mi quinta, se colocaron a Dory, de Buscando a Nemo, o a Los increíbles en sus perfiles, sin darse cuenta que esos dibujos forman parte de nuestro pasado, pero no de nuestra infancia. Quizás fuimos al cine a ver esas pelis, pero entre caña y clase de la facultad. 
La última película Disney que fui a ver siendo niña fue Toy Story. La última, siendo adulta, también. Mi hermano y mi primo Miguel en el cine Fantasio, que ya no existe, fueron mis acompañantes en la 1. Mi amiga Ángela lo fue en la 3. 

Siguiendo con facebook, Vanesa puso a Willy Fog y comprendí entonces por qué las dos hemos salido tan viajeras. También podría poner a los Fruitis, protagonistas de la primera película en video que tuvimos en casa. Opciones hay muchas. 

Probablemente, si me paro a pensar hay muchos más dibujitos de los que he nombrado entre mis recuerdos infantiles. Hago la prueba, y lo primero que se me viene a la mente es... Se oye una canción... Y suena mi voz de niña de siete años (des)entonando junto a mi hermano el tema de La Bella y la Bestia, que aún seguirá grabado en alguna cinta de cassette. O me veo al niño creyéndose El Rey León en algún juego inventado por mí. O me viene a la mente Aladín y al mismo enano rapado como una bombillita creyéndose el genio azul. 


Ha estado divertido convertirse por un fin de semana en un dibujo animado. Pero, además, me ha hecho recordar una cosa. Todos, absolutamente todos, los dibujos animados de mi infancia estuvieron compartidos. Y en todas las escenas que mi memoria evoca de aquellos años aparece un niño (el niño) pisando los talones de la hermana mayor que fui. En esta invasión de recuerdos siempre aparece Álvaro. El fue, sin duda, lo mejor de mi infancia. 

4 comentarios:

Ángela Gilabert dijo...

Patty estaba enamorada de Oliver no de Benji!!! Tu amor por Benji te nublaba la vista....

Sin duda, tener un herman@ es lo mejor que te puede pasar en la vida :D

Patricia Gardeu dijo...

Tienes razón. Me ha traicionado la memoria. Pero Benji era más guapo... Y más encantador. Se quedó un montón de partidos sin jugar por salvar a un perro... ¿Fue Benji, no?

Multe dijo...

Mmm... no me puedo creer que tu hermano pequeño se llame Álvaro. Dado el número de coincidencias que llevamos, creo que no será difícil que imagines el por qué me asombra tanto!

¿Va todo mejor? Como dices en tu último post, sólo 3 semanas. Y eso pasa volando :)

Patricia Gardeu dijo...

jajaja, venga ya!! También se llama tu hermano Álvaro??