lunes, 29 de noviembre de 2010

De Clark Kent a Mary Poppins 17: Snowing day



La primera vez que vi nevar fue desde la clase de Historia de la Publicidad (Ay, Segovia...). Mi primera bola de nieve se la lancé a Raquel. Ella, como es asturiana, había lanzado muchas más. 
Cuando camino de Galway vi que empezaba a nevar, me puse nerviosa. Me gusta la nieve, pero no si vas dentro de un coche. La combinación nieve-coche me dejan la mente con el único pensamiento de vueltas de peonza. Y me da miedo, un irracional miedo tan irracional como todos los miedos, pero con bases muy reales. 
Pero la nieve, ya digo, me gusta. Así que una vez aparcado el coche, es tiempo de disfrutar. Lo más divertido de este fin de semana ha sido escondernos por las calles de Galway para encontrar el punto de lanzamiento más adecuado. A Cristina, su risa sin motivos la delata. Aunque la bola más grande me la tiró ella a mí.  

Hoy, Sandycove (mi casa) ha amanecido blanca. No colegio, no trabajo. Sí muñeco de nieves. 
La primera vez que he hice un muñeco de Navidad... diré algún día... fue en Irlanda. Mi primer snowman ha sido también el primero de Harry. 
Tiene gracia, pero los que somos de tierras soleadas no sabemos cómo se hacen los muñecos de nieves ni por qué es blanca, la blanca Navidad de la canción. Pero un buen día, como por ejemplo hoy, una aprende que las bolas más grandes se hacen dando vueltas como en los dibujitos de esquiadores que se caen montaña abajo.

Como nos hemos quedado atrapados en la nieve, Laura y Jonny (los padres) se han enfundado unas botas y unos buenos pantalones y se han ido andando al pueblo con un par de mochilas para abastecerse de comida... Un poco exagerado, he pensado yo. Pero ellos han contestado: No sabemos cuánto tiempo estaremos atrapados... 
La nieve puede ser un coñazo. Pero también puede ser muy divertida. Además, esta mañana, las vistas desde mi ventana estaban más bonitas que nunca. El contraste del océano con la nieve te paraliza, te deja sin palabras.

Esta entrada se la dedico a mi madre, para que se acuerde de mí el día que por fin vea nevar por primera vez; a Cristina, porque sabe disfrutar de la nieve y hace los mismos "ángeles" que los niños; y a Raquel, porque me enseñó a lanzar bolas de nieve.

(Acabo de acordarme que de chica fui a Sierra Nevada, así que igual allí tiré alguna bola de nieve. Claro que no me acuerdo. Solo recuerdo el trineo...)


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