Pedalear, pedalear, pedalear... me encanta montar en bici y en este momento no puedo dejar de pedalear, huele a campo, a un verde parmesano que nos lleva cuesta abajo tarareando a lo Verano azul. Somos cuatro: una muñeca vestida de azul, un políglota, una ángel y yo. Quién iba a decirlo cuando los ángeles me parecían demonios y los idiomas me hacían bajar de los trenes. Y qué necesario fue. Pero ahora es otro tiempo, otro país, otro yo.
Parma es una ciudad preciosa. Dos inmensos parques, un batisperio explicado por un Don Giovanni, queso y hacer el ganso. La de fotos que este año han inmortalizado instantes.
Recorrido teatral que finaliza en Vicenza. Atrás quedan también Sabbioneta y Módena. Entonces entramos aquí, en un espacio cerrado que ha permanecido ajeno al paso del tiempo. Es su teatro clásico. Impresiona. Y al fondo, aún se ve la luz.
Tres días por el norte de Italia. Una mano de la "vera sibilla italiana" para despedirnos. Un GoodBye y un In Bocca al Lupo. Tiene su gracia acabar inmersa en la portada de mi guía. Escribo desde el cielo pero pienso en la tierra. Pienso en si tendrá razón la ronda de magia o será que los brujos me conocían muy bien. Pienso en aviones futuros y en autobuses presentes dirección Perugia. Pienso en ángeles cargados de maletas, en anotaciones de moleskine, en dudas y en arte.
No logro frenar esa sensación de los aeropuertos. Y menos en Barajas. Las flores han llenado la primavera madrileña y yo pienso en tres días donde se van a juntar exámenes, entrevistas y reencuentros. Sé bien los motivos. Demasiados pensamientos como para que no me duela la barriga.
Las apariencias a veces engañan y las motos van demasiado deprisa. Piano piano... y a ver si no nos estrellamos.
Y de vuelta a la ciudad eterna que sigue haciéndome dudar de su eternidad. Día perfecto para acabar entre muertos. Y entre gatos.
Qué más da lo demás si encuentro al fin el helado de higo. Me dicen que soy una caprichosa. Lo sé. Y también sé que es verdad lo demás que me dicen, y no se trata de helados de higo. Pero he cogido dos aviones en un sólo día, apenas he dormido, se me han escapado demasiadas cosas de las manos y ahora sólo quiero comerme mi helado de higos. De camino leo: "las cosas en las que pensamos no son visibles".
Gasto minutos del mejor modo, y me quedan 57 minutos con 21 segundos. La primavera también ha llegado a Perugia, estudio los condicionales y tomamos el sol en el prado de una iglesia. Entender, después de una semana en "giro", no entiendo un montón de cosas, de paso, los condicionales. Pero ya tengo fecha de vuelta... Disfrutemos... y a pedalear...
2 comentarios:
los brujos te conocen muy bien, pero las cartas en tu caso parecen no andar muy confundidas...
me encanta viajar con vosotros :)
El cuore verde della Italia :)
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