sábado, 27 de diciembre de 2008

Mi coche


¿Sabéis que mi coche fue el primer Citröen Berlingo de Huelva?

1997. Yo llegué de un campamento y me monté en él. Desde el primer segundo hubo un flechazo entre nosotros, una bambina de 12 años (yo) y una medio furgo roja infierno (mi coche).

2002. Imborrable viaje familiar a Galicia. Mami, papi, hermano, amigo, perro, tortugas y yo. Entró así en la edad adulta mientras yo cumplía la mayoría de edad.

2003. En noviembre me saqué el carné de conducir y mis padres me regalaron el coche. Una L pegada con silicona y un cambio de sentido bajo un chaparrón. Ese fue nuestro reencuentro.

23 Diciembre 2008. Sus once años y mis veinticuatro suponen la despedida, así es la vida y los adiós se sienten con el corazón. Siempre estarás conmigo, coche.


Sevilla. Segovia. Aranjuez. Su recorrido vital y sus permanencias, o las mías, que vienen a ser lo mismo. Tiene su gracia. Mis amigos al enterarse de que ya no tengo a mi coche me escriben lamentando la perdida como si fuese también de ellos. Los chicos de Huelva han hecho muchos kilómetros en él; en el recuerdo de mis segovianas era otro personaje más. Acampadas, fiestas, aquella casa rural, Portugal, el País Vasco, puntos clave. Las cortinas y a rular. Algún sueño, en sentido literal. Mérida, la última cama. Rotondas. M 30. A4. Madrid-Huelva, el último trayecto largo.


Una treintañera brasileña, madre de tres niños, saltaba eufórica cuando le entregué las llaves, era su primer coche, decía; también fue el mío. Me dió buen rollo, le deseo lo mejor, a ella, a sus sueños y a mi coche.


Supongo que todo tiene un por qué. Y ahora es ahora. Nos hacemos mayores de muchos modos: creciendo, haciéndonos preguntas, asumiendo responsabilidades, evolucionando... para mal o para bien, pero evolucionando. Dando pasos. Todo se relaciona.

Esto, de un modo u otro, es una carta de despedida a mi Berlingo.


No hay comentarios: