lunes, 29 de diciembre de 2008

Julio Verne

Fue pillado por su padre cuando siendo un niño intentó escapar de polizón en un barco. Su padre le hizo prometer que jamás viajaría más que con la imaginación. Y él se lo prometió.
Aunque no lo cumplió del todo, algo sí viajo, a los 31 años hizo su primer viaje, a Escocia. Pero para entonces, el viaje de la imaginación llevaba años practicándolo y se convirtió, de este modo, en el mayor precursor de la literatura juvenil y de ciencia ficción. Aquel niño que se agarró a la imaginación por no poder viajar se llamaba Julio Verne.
Siguiendo la decisión de su padre, el joven francés se trasladó a la capital para estudiar leyes. Pero él sólo soñaba con escribir teatro. Se compró un traje y lo usaba sólo para acudir a las tertulias de los cafés. Era el París de la década de los 50 del siglo XIX, que acogía expectante a un joven nacido en Nantes en 1828.
Una noche, el aspirante a escritor tuvo un encontronazo con un hombre. Verne, que estaba hambriento, se cayó al suelo. Al levantarse le reprochó al hombretón grande y fuerte que seguro se habría hartado de comer mientras él estaba desfallecido y no tenía fuerzas. Empezaron a hablar de tortillas. Y el hombre lo invitó a una cena unos días después. Aquel hombre era Alejando Dumas y en ese momento se convirtió en su primer mentor.
Julio Verne creyó ciegamente que la única forma de hacer realidad los sueños y conseguir los propósitos era por medio del esfuerzo y la constancia, de una implicación activa. En pro de esa creencia se levantaba a las cinco de la mañana, escribía, estudiaba Derecho, trabajaba en el teatro y cuando acababa la jornada se sumergía en los libros de las bibliotecas parisinas. Continuamente autodidacta se interesó por las ciencias de la salud, el esoterismo, la astrología, la geografía...
Por esas fechas sus padres le concertaron una boda con una chica de buena dote, él tomo entonces dos decisiones: no aceptó la boda y dejó los estudios de Derecho. Andaba enamorado del teatro y de Honorina, con la que acabó casándose.
Poco después, decidió probar suerte y entrar a trabajar en la bolsa. Todos los periodistas y escritores de la época pertenecían al círculo de la Bolsa. Tras su primer viaje a Escocia le ofrecen viajar a Noruega pero tiene que renunciar a él ya que por esos días nace su hijo Michel.
Es el año 1861, pasados los treinta, cuando vuelve a centrarse en la literatura. Con su primera novela en mano visita a quince editores en dos días. Le quedan pocas esperanzas cuando aparece el editor Hetzel, le publica Cinco semanas en globo (1862). Nunca más se volverán a separar. El éxito de Julio Verne se produce de inmediato.
Es entonces cuando Hetzel le ofrece un contrato por veinte años según el cual deberá escribir tres novelas al año que irían publicándose en su Magazine déducation et de récréation. Verne acepta y titula a su colección de obras Viajes extraordinarios, en honor a sus admiradas Narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe.
Viaje al centro de la Tierra (1864) será uno de sus mayores éxitos. Quedan ya en ella reflejados sus temas recurrentes como son la relación del hombre con la naturaleza, la soledad o la creación. Le seguirá De la Tierra a la luna (1865),
Sus primeros ingresos los invierte en un yate. Poco después escribirá 20.000 leguas de viaje submarino (1869) y La vuelta al mundo en 80 días (1873). Su obra cumbre fue probablemente La isla misteriosa (1875).
Se adelantó a su tiempo y previó desde las grandes potencias en las que se convertirían EEUU y Rusia hasta actuales avances tecnológicos o el mundo espacial.
Sin embargo, en la década de los 80 se apodera de Julio Verne el pesimismo y la negrura aparece en sus novelas. Personalmente cometé con su hijo los mismos errores que cometió con él su padre, y mantiene una tortuosa relación con Michel. Verne enviará a su hijo, en contra de su voluntad, de grumete en un barco a la India, el viaje que él nunca realizó.
1886 es su peor año, mueren su madre y su mujer, y posteriormente Hetzel, y una serie de enfermedades se manifiestan en él, entre otras, parálisis y diabétes. Uno de sus refugios por estas fechas se sospecha que fue en la masonería.
Deja París y se traslada a Amiens, donde desarrollará una faceta política como concejal en el ayuntamiento. Morirá allí en 1905 dejando 65 novelas, 20 relatos cortos, 30 obras de su juventud y 2 relatos geográficos, además 10 ó 12 obras que se publicarían póstumamente. Obras que, según un estudio de la Unesco, han sido traducidas a 112 idiomas.
Muere junto a su hijo y el hijo de Hetzel, dicen que las últimas palabras que les dijo fueron: sed buenos.
Dejó inacabada La invasión del mar, una novela que cuenta como Europa desaparece tras verse cubierta por las aguas provenientes del deshielo producido tras el cambio climático.
Vivió 77 años y su único “truco” para escribir decía que era documentarse muy bien.

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Anoche, a la una de la madrugada, volvía a casa en el coche escuchando La rosa de los vientos de Ondacero, narraban la vida y obra de Julio Verne. El locutor y el modo en el que estaba narrado el reportaje me impidieron levantarme del coche cuando llegué a casa, así que me quedé hasta que terminó el reportaje, una media hora, sentada en el coche, con el motor apagado, escuchando la radio. Me entraron ganas de leer a Julio Verne. O al menos, de documentarme...

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