martes, 9 de diciembre de 2008

Cinema Paradiso

"Cada uno de nosotros tiene una estrella que ha de seguir.
Márchate, ésta tierra está maldita.
Mientras permaneces en ella te sientes en el centro del mundo, te parece que nunca cambia nada. Luego te vas un año, dos… y cuando vuelves, todo ha cambiado. Se rompe el hilo conductor. No encuentras a quien quieres encontrar. Tus cosas ya no están.
Has de ausentarte mucho tiempo, muchos años, para encontrar a tu vuelta a tu gente, la tierra donde naciste.
Pero ahora no es posible. Creo que estás más ciego que yo."


... y desde que se hacen fuego los sueños, a mí se me derraman las lágrimas. Pero es sólo efecto del humo. El tiempo logra pelìculas que no arden.

Y entre las ruinas, el Coloso en llamas.

Con las piedras es mejor construir acueductos que tirarlas a matar. O construir cines, o construir sueños. Y con las patadas se meten goles.

Todos a la calle, sillas para compartir y la imagen proyectada en la fachada, esa escena es única.

No es lo mismo estar callado que hablar. Ahí no tiene razón Alfredo. Totó sueña, escucha, avanza. Y pataleo arriba, y pataleo abajo, la bicicleta sigue girando. Importa más el camino que la meta, no? o no hay que olvidar la meta? No tengo claro eso, que diría Toto cuando deja de ser niño, aunque no lo diga.

Una Italia de posguerra entremezclada con las ilusiones. Y los personajes vistos desde la cabina, no en la pantalla, sino entre las butacas. Y cuando te lleguen las palabras no te fíes de ellas. Y si cierras los ojos, me puedes escuchar.

Besos y más besos. "Serás ceniza de los besos que no diste" ¿quién dijo aquello? Besos y más besos. Bis.
Y entonces le recuerda: "Ámalo como amabas de niño la cabina del Cinema Paradiso."





No hay comentarios: