Un viejo refrán dice que “no hay viento favorable para el que no sabe a qué puerto se arrima”. El viento, en la tarde del miércoles, en el Congreso de Diputados, no corría ni aún poniendo ventiladores.
El Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero se había decidido a comparecer en el Congreso de los Diputados para anunciar las medidas ante la actual situación económica que atraviesa España. Si esa decisión la había tomado “a regañadientes y prácticamente a rastras”, como ha dicho Rajoy en su comparecencia, daba lo mismo.
“En el periodo anterior, con el viento a favor, cumplimos el mandato electoral, y ahora, en condiciones adversas, también lo haremos”, auguraba Zapatero para terminar su discurso. Pero comencemos por el principio, cuando aún no había viento.
El Congreso, a las cuatro de la tarde, estaba a rebosar de políticos y periodistas. La expectación era máxima. Las miradas, las primeras, estaban, todas ellas, puestas en el léxico que utilizaría Zapatero ¿hablaría de crisis? ¿de desaceleración? ¿de desajuste económico?
Pícaro, altivo, y con corbata a rayas comenzaba su discurso, seguro de sí mismo, a las cuatro y cinco, duraría 55 minutos, y despertaría menos aplausos que su contrincante.
Los ministros le vigilaban desde primera fila, serios, taciturnos, aplaudiendo cuando marcaba el guión. Soñolientos. Ellas, en su mayoría, de blanco angelical. Las ausencias: Moratinos, Bibiana Aído y Elena Espinosa.
Mientras, al otro lado, sentada al lado de Rajoy, por primera vez desde su nombramiento, la secretaria general del PP, María Dolores Cospedal, seguía el discurso en silencio.
Rajoy, deslumbrado por su corbata naranja, miraba hacia el suelo. A su lado, la portavoz del PP, Soraya Saéz de Santamaría hablaba, jugueteaba con el móvil y removía papeles.
Entre los socialistas, se despertaban intermitentes aplausos ante un discurso que no aceptaba una crisis pero sí asumía: “una situación difícil y complicada”, pero “el Gobierno lo sabe y asume su responsabilidad”, para luego encajarla únicamente como consecuencia directa del “empeoramiento de la crisis del petróleo y de la crisis financiera de EEUU”, después de que los índices se situaran el martes en 143 dólares el barril del petróleo.
La “situación adversa”, las “serias dificultades”, la “crisis financiera internacional” son los términos que manejaba Zapatero. El patio estaba revuelto y el Presidente se andaba llevando algún que otro abucheo, especialmente, al asegurar que España está “en mejores condiciones de partida”. Hecho que, a fin de argumentarlo, se remontaba a datos de antaño, enumeraciones, juegos de palabras y sonrisas... Como buen político, o como político en sí.
En su turno, la oposición, apostaba, al completo, por el mismo caballo, criticar que Zapatero “niegue la realidad”. Rajoy iba también seguro, con ganas de juego, así que en plan coro griego, la cámara contestaba acusando “¡Zapatero!” ante las críticas preguntas, supuestamente retóricas, del popular al socialista.
La tarde avanzaba, la oposición se hacía piña ante el solitario Presidente, y todas las comparecencias incitaban a Zapatero a que actuara.
Medidas, suavecitas, las de los socialistas; afán de apoyo e intención critica de las oposiciones, ¿y los ciudadanos? Como siempre, al margen, pagando caros los limones, y aguantando las bofetadas del viento, que sólo parece correr desorbitado, fuera de la política.
2 comentarios:
Josep Pla: “Y es que ser diputado es muy bonito, pero el noventa por ciento de las sesiones parlamentarias son de una fatiga y un aburrimiento indescriptibles. Eso lo sabemos como nadie los periodistas que tenemos que escuchar las sesiones. El periodismo parlamentario es una buena escuela: después de haber gastado unos cuantos pantalones por las tribunas del Parlamento, uno se encuentra ante la petulancia y la vanidad humana, ante la ignorancia, la codicia y la ingenuidad de los hombres, completamente curado de espantos”.
Julio Camba: “Un periodista no puede aburrirse nunca, ni aun en el Congreso. Si él se aburre, ¿cómo va luego aentretener a los lectores? Y, por otra parte, ¿qué lector se dispondría a leer un relato que comience diciendo: ‘Aquí no ha pasado nada; esto ha estado muy aburrido’? Un periodista no tiene derecho”.
hola! no me paro a leer tu entrada porque me caigo de sueño. Era sólo porque el jueves tengo que ir a la Facultad de Humanidades, Comunicacíón y Documentación de la Carlos III y no sé cómo es el mejor modo de ir... vamos, q sé q hay cercanías pero no sé si me pilla un poco lejos la parada... en fin, un lío q tengo montao con todo.
Tú estudias allí, no? Me puedes aconsejar?
un beso. gracias
pd: me encantó tu entrada sobre las entrevistas de prácticas. Genial.
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