domingo, 8 de febrero de 2009

Imagen del dolor en sueños


Hay un dolor que se te pega al cuerpo, que va unido a la desesperación; es un dolor de desgaste emocional, mental, de inconsciencia, que no se controla. Es un dolor que se manifiesta primero de un modo físico, como plasmación de la implicación. Está agarrado a la desesperación, a la pérdida absoluta de autocontrol. Se manifiesta en el pecho como una presión antes de llegar a la cabeza, mucho antes. Después baja al estómago con punzadas cortas pero intensas, pero sin cesar por ello la opresión del pecho. Luego pasa a las extremidades -brazos, manos, piernas, pies- como un cáncer que te fuese comiendo todas las partes de tu cuerpo, primero sintiéndose como un dolor agudo, después, como un cansancio exagerado, como si te hubiesen pegado una paliza. No puedes levantar una mano, no puedes ser dueño ni controlar tu cuerpo, no eres capaz de levantarte, la pesadez se mezcla con una sutil sensación de mareo. El dolor se adueña físicamente de ti. Por último, y sólo entonces, el dolor pasa a la cabeza. Primero, sólo de manera física, como punzadas en la sien, después en forma de pensamientos, el dolor te trae visiones, deseos, metáforas... peligrosos pensamientos. Y son peligrosos porque en ese momento, los pensamientos no pueden controlarse con la conciencia, tienen su ritmo propio, son independientes a ti, pretenden matar tu instinto, tus ansias y tu cordura. Y el problema principal es ese: que no logras controlar ni tu mente ni tu cuerpo con la coherencia adulta y racional que teóricamente nos caracteriza como especie humana. El dolor se mimetiza en cuerpo y mente y se apodera de tu raciocinio. En ese momento el dolor te vence. La irracionalidad gana. Sólo se puede salir de ese bucle con un instinto más primario, de hecho, con dos: el de adaptación y el de supervivencia.


Como nota al pie, y para tranquilidad de quien me lea, no es esta la descripción de un dolor que sienta yo, es un dolor en el que momentáneamente me he hallado en sueños. Me he despertado en la noche con la visión de estar dentro de otro cuerpo, como la actriz que lleva demasiado a fondo el dolor de un personaje me he sobresaltado tras el impulso de mi propio personaje onírico intentando salir de la desesperación provocada por ese dolor. En ese estado he necesitado encender una pequeña luz, alargar la mano y hacerme con papel y bolígrafo, y con mi conciencia dormida a las seis de la mañana de un ya domingo, dejo que sobre el papel salga el dolor por medio de la palabra. Sé que una gran parte de mí continúa aún dormida; cuando dentro de unas horas me levanté, comprobaré qué recuerdo y si estas palabras son legibles en un estado consciente. Ahora escribo a prisa, como quien abre un grifo a toda presión a fin de que salga agua amarilla antes de poder beber el agua limpia.

Escribo como salvación para poder seguir durmiendo sin pesadillas. Se me cierran los ojos. No sería la primera vez que me quedo dormida con el lápiz en la mano. Voy a apagar la luz. Aún puedo dormir, al menos, dos o tres horas más. Buenas noches.

1 comentario:

hatoros dijo...

Espero que no vuelvas a soñar con ese dolor.
Sigue escribiendo tan cojonudamente
Gracias vagabunda.