En la facultad se hacen y se aprenden pocas cosas interesantes. La Universidad, a veces, te abre el paso a buenos libros (aunque luego no siempre te permite tiempo para leerlos); otras, te da la oportunidad (imponiéndotelo previamente como obligación) de hacer trabajos con los que aprendes cosas muy interesantes; algunas, hace surgir en ti, motivaciones que permanecían ocultas. Hay asignaturas (pocas) de las que aprendes cosas de provecho, te enseñan teorías y prácticas útiles. La carrera también te da algún momento agradable frente a muchos horribles. Y te da la oportunidad, y ésta es su mayor ventaja, de, alguna vez, conocer a gente sincera y competente a la que terminas queriendo mucho. Por lo demás, la Universidad, la mayoría de las veces, es absurda, desquiciante, aburrida y llena de trepas competitivos y falsos.
Ayer, mi compañera Laura y yo entregamos un trabajo para la asignatura de “Periodismo Local” consistente en hacer un análisis comparativo de tres entrevistas realizadas previamente a tres periodistas locales: una de TV, otra de radio, y otra de prensa escrita. Laura me entregó su parte y, tras añadir la mía, desarrollé las conclusiones. El tiempo que apremiaba dejó como consecuencia no poder darle demasiados retoques al trabajo, pero, a pesar de arrastrar la sensación de “podría haber quedado mejor”, primó el absoluto convencimiento de “he disfrutado y aprendido haciendo este trabajo”, algo que aunque pudiera o debiera parecer necesario, pocas veces se da en la Universidad.
Lo más interesante de mi parte del trabajo fue la entrevista realizada a una periodista local de televisión llamada Amaya, vinculada a la sección de sucesos. Mientras, mis compañeras entrevistaban a María, periodista de radio, y a Ruth, de un periódico de Getafe. Yo en mi entrevista, además, pude ser testigo (o partícipe, no sé muy bien) de la charla distendida entre ésta y otra periodista, y a la que posteriormente se sumó un tercer periodista, sobre las venturas y desventuras de esta profesión periodística en la que yo voy sumergiéndome y de la que ellos, ya son inseparables. Y la edad sí importa (los años de experiencia, la implicación), no se ven las cosas con el mismo escepticismo, ni con la misma ilusión, a los 20, que a los 30, que a los 40, que a los 50… Ésta es una de las conclusiones que alcanzamos en el trabajo al contrastar las visiones de unas entrevistadas de 28, 34 y 42 años que diferían mucho, a pesar de ser tres absolutas enamoradas del Periodismo.
Como no hay clase de “Redacción Periodística” (y sus variantes) que no comience con aquello de… “Inventio, proveniente del latín invenire, que significa encontrar... Porque un periodista lo primero que debe hacer es encontrar el asunto sobre el que quiere escribir… Porque una vez se domina el asunto, las palabras salen solas…”, las primeras preguntas a nuestras entrevistadas discurrieron sobre el modo de seleccionar las noticias, la diversidad y verificación de las fuentes, el proceso de trabajo…
Una agenda excesivamente preestablecida; demasiado encorsetamiento de gabinetes de prensa; el tiempo, que es a menudo un enemigo más que un aliado, si de ampliar y verificar fuentes se trata; fuentes, por cierto, de las que su fiabilidad depende, especialmente, de la fuente en cuestión (parece lógico), y unos periódicos que aún tienen mucho peso, en cuanto a lo que publican, de cara a los demás medios. Muchas coincidencias entre las tres entrevistadas… con matices.
Como de Periodismo Local se trataba, las tres periodistas divagaron sobre la función de este periodismo, dejando en el aire las preguntas de si realmente existe un periodismo puramente local en Madrid, o toda la información está demasiado “nacionalizada”. Se han introducido nuevos temas, como los relativos al Medio Ambiente, en la agenda de los medios, y se han afincado las cuestiones críticas. Pero no se hace el mismo periodismo local en un periódico de provincias que en uno nacional. ¿A Madrid no le interesan los temas locales?, otra pregunta que quedó planteada.
La implicación del periodista en su trabajo diario es un tema peliagudo, la cara de las entrevistadas ante esa cuestión, también. “Al 100%”, contestan, pero cada 100% se mide de modo muy diferente. Corre una pretensión en el ambiente de saber separar (y conciliar) vida privada de vida profesional. ¿Pero como dejar el Periodismo en la redacción? (Más aún si cada tres minutos te llega un aviso al móvil: atraco en…, robo, muerto, posible altercado…). Al final, desconectar es una utopía. Aunque Amaya insiste… “lo vas aprendiendo con la edad”. Y en la “nevera”, junto a los temas pendientes, quedan la diferencia entre ser escépticos (y ganar distancias) y ser cínicos…
La entrevista hace una última parada en los intereses de los medios: económicos y políticos (y aromas publicitarios: ¿quién dijo aquello de… “una noticia es lo que se publica entre anuncio y anuncio”?… la frase es algo así, aunque nunca me llegué a enterar de quién la dijo…). No se sienten presionadas pero… ¡Ay!, esos peros…
“Los periodistas tienen una obligación social que a veces puede anteponerse a los intereses de los patronos, una obligación que curiosamente, es la base del éxito económico de esos mismos patronos” aparece escrito en el libro Los elementos del Periodismo, de Kovack y Rosenstiel.
Pero no todo está tan claro y se plantean dos cuestiones muy precisas a este respecto. Ahora que tanto nos quejamos de la dependencia de los medios de comunicación hacia otras fuerzas que poco tienen que ver con el Periodismo, y ahora que reclamamos memorias históricas y saldamos cuentas con el pasado, si unimos todo esto y miramos en la historia hacia los inicios del Periodismo, ¿realmente ha existido alguna vez ese Periodismo independiente de intereses políticos o económicos, o se está apelando a un pasado mítico que no ha existido nunca?
Y vamos más allá, ¿nos fiaríamos de un medio que fuera absolutamente aséptico e imparcial? Y una tercera cuestión: al margen de las presiones externas, ¿qué ocurre cuando es el propio periodista el que se impone una autocensura, o el que está demasiado preocupado por complacer a sus jefes? “Tal vez no somos conscientes de la libertad que tenemos”, avisa Amaya. En eso sí que jugamos las nuevas generaciones…
Con este trabajo he tenido la posibilidad de escuchar a periodistas, de apreciar como continúan viviendo hoy en día la profesión que amaron desde antes de tener mi edad. Puede que peque de utópica, seguramente… Pero, al fin y al cabo, aunque sea odiosa gran parte de la carrera, haya gente horrible por ahí fuera y todo sean mentiras, yo también creo en esto del Periodismo.
Nuestras entrevistas y nuestro análisis terminaron englobando un trabajo que planteaba más preguntas que respuestas contestaba. Pero bueno, hay algo que sí que aprendí este curso: es mejor plantear preguntas, no siempre hay respuestas correctas.
1 comentario:
Fue Roy H. Thomson, el primer Lord Thomson of Fleet, quien dijo: "News are what [media moguls] put between the advertisements so as to sell the newspapers".
http://en.wikipedia.org/wiki/Roy_Thomson,_1st_Baron_Thomson_of_Fleet
Tienes razón, la Universidad es absurda y desquiciante. Pero, al menos, debería dar respuesta a las preguntas más sencillas, como la anterior. ¿Quién fue el inepto de tu profesor de historia del periodismo universal?
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