domingo, 4 de mayo de 2008

Dos de mayo

Dos de mayo. Bicentenario arriba, Bicentenario abajo. Con la lata que están dando con los doscientos años del levantamiento de los madrileños contra la invasión francesa, una no podía quedarse en casa…

10:30 h. Abandoné un Aranjuez atosigado de turistas en un tren de cercanías dirección Madrid. Bajándome en el metro Tribunal llegué a la Plaza del Dos de Mayo, no sin antes descubrir una librería de viejos, muy moderna, llamada Arrebatolibros.

12:00 h. Plaza del Dos de Mayo. “Los amores y desamores de la maja y la bestia, con permiso de Manolita Malasaña.” Una de las versiones que circulan sobre la muerte de Manolita Malasaña dice que la joven fue matada por los franceses en esta plaza al ser descubierta portando un arma: sus tijeras de bordar. La niña se convirtió en uno de los iconos de la revolución.

El espectáculo consistía en una coreografía de la Compañía Sol Picó, utilizando a Goya como referente, donde se entremezclaban la danza contemporánea con los movimientos de gigantescas marionetas. La Banda Primitiva de Alcoy ponía la música y la actriz Blanca Portillo, la voz.

Había una vez un hombre de pincel amargo y de pelo alborotado, medio sordo…”, con una narración potente y musical comenzó el espectáculo de manera gloriosa ante un público numeroso y expectante. ...Pero la “gloria” no duró ni diez minutos... El público comenzó a levantarse, la colocación, dirigida por los organizadores, no permitía visualizar los diferentes espacios donde se desarrollaban cada fragmento del espectáculo. Sobre una plataforma donde se ubicaba una gigantesca maja desnuda fluía (¿fluía?) una grotesca actuación en la que, mientras se entremezclaban poco armoniosamente músicas mexicanas con castizas, ocho bailarinas, ¡las pobres!, se habían dejado olvidadas toda la coordinación en el ensayo, y no daban un paso en firme. A su vez, los bailarines del sexo opuesto habían debido olvidar, en el mismo sitio que las chicas, toda la gracia que, ¡seguro!, en algún momento, ¡lejano!, habían tenido.

Por fin terminó. Tanto pique Gallardón-Aguirre, ya se lo podían haber currado un poquito más… Y aún quedaba todo el día.

Como había omitido de mi recorrido la "Construcción de un puzzle gigante por escolares, recreando Los fusilamientos de Goya", en la Explanada de la Almudena, me dediqué a “hacer tiempo” hasta el acto de las 18:00.

En éstas andaba yo cuando descubrí que al lado de Tribunal estaba la Calle Sagasta seguida de la Calle Génova, de allí a Recoletos y volvía a cruzárseme Gran vía… Parece una tontería… pero para nada. Hace no mucho aprendí a conectar Atocha… ¡con el resto del mundo! ¡Un gran descubrimiento dejar de pensar que Atocha era un lugar apartado y marginado! Poco después, la Almudena-Ópera-Sol se convirtieron ante mí en paradas de una misma línea más o menos recta, ¡otro importante avance! Así que terminar ubicando Tribunal y Recoletos, el Retiro y la Puerta de Alcalá fueron, ayer, pasos de gigante. Y aún quedarían nuevos y fascinantes aprendizajes… pero tiempo al tiempo... Antes de comer por el Retiro me pasé por la Feria del Libro. Estaba yo atentamente involucrada en la conversación del tendero y el comprador de mi vera, cuando el primero le recordó al segundo que la Feria se pone dos veces al año. En ese momento me di cuenta de que ya llevaba más de siete meses en Madrid, ya que había estado en esa Feria en mis primeros días aquí… Sí que era lenta entonces para aprenderme las calles…

A eso de las 16:30 iba ya necesitando un café. Así que me fuí a La Buena vida, un café-librería de la Calle Vergara con unos dueños majísimos y una música estupenda, y muy cerquita de mi siguiente destino.

18:00. Plaza de la Villa. “Las bandas son el pueblo de Madrid”. Con una extremada puntualidad, los metales empezaron a ser percutidos llenando de potencia una plaza abarrotada de pocos madrileños y muchos turistas. Músicos provenientes de casi todos los pueblos de Madrid, de Segovia, de Toledo y de Zaragoza. Dos oberturas compuestas por Carles Santos: Fanfarria Musical y 11.509 notas para 2.001 músicos. La voz de la actriz Gloria Muñoz y la dirección musical de José Ramón Renovell.

El público se levantó en un merecido aplauso. Ni el calor sofocante que derretía las cabezas del pueblo apelmazó los ánimos. Empezaron a corearse “¡Vivas!” y la emoción despertada por la banda, que comenzó siendo un grato elogio a los chicos, se convirtió en un exaltado patriotismo nacional en los que sólo faltó un “¡Viva Franco!”. ¡Qué modo de estropearlo!, con lo bien que había quedado…

Pasito a pasito entre empujones y pies pisoteados, sed y tocamientos, el inmenso grupo que formábamos el callejero público, llegamos a una zona vallada y (una vez más) muy mal organizada en la Plaza Mayor.

19:00 h. Plaza Mayor. “La batalla de los Mamelucos”. La reproducción del cuadro de Goya presidía la plaza. Como estaba colgada en las alturas era el centro de visión de todos los espectadores. El resto del espectáculo fue más intuido que visto, la colocación de los partícipes volvió a ser objeto de crítica. Mientras, mis vecinos de al lado, un matrimonio mayor, debatían sobre el número de nidos que las golondrinas habían construido en los huecos de los ventanales que daban a la plaza. Olía a pipas. Jinetes y caballos (los franceses) y mamelucos ¿dónde se metieron los españoles, los de “a tijerazos y macetazos”? comenzaron a desfilar. Juan Echanove, ejerciendo de narrador, rememoró el día “de los muertos inocentes, los muertos son siempre inocentes…”. Y mientras unas extrañas máquinas entraban en la plaza haciendo un ruido horrible y ofreciendo un sonido acoplado, el pueblo tuvo que aliarse con la imaginación, qué remedio…

Eso sí, agradecimos la explosión final de agua y cohetes… aunque no sé si fue más porque proporcionaban cierto fresquito en una tarde de asfixiante calor o porque significaban que el espectáculo había finalizado.

Como hasta las 21: 30 no era el siguiente acto, y tan sólo eran las 8, decidí dimitir e irme a casa con mi gato. Salí de la Plaza Mayor buscando un Metro. Me colé en la Calle Segovia y llegué a la Costinilla de San Andrés. Terminaba en una plazuela llamada Plaza de los Carros, que me pareció muy acogedora. En una placa se leía que fue terminada de construir en 1984, si es que me persigue ese año… Seguí en mi desorientada búsqueda del Metro cuando ante mí apareció el Metro de la Latina. Había llegado “andandito” a otra de esas zonas a las que sólo sé llegar en metro… claro que con las vueltas que había dado dudo que supieses volver…

Cogí el metro y al llegar a Sol comprobé que eran ya ¡las 21:15!, así que ¿por qué no pasarme por el espectáculo último?

21:30 h. Plaza de Cibeles. “La Fura dels Baus reinterpreta Los Fusilamientos del 3 de Mayo”. Mala idea volverme. Todo el mundo ha decidido ir y se produce un embotellamiento en el Metro Banco de España. Ni pa´lante, ni pa´tras. Logro asomar la cabeza: el Palacio de Telecomunicaciones está ardiendo y una ruleta da vueltas creándose en medio de la noche un espectáculo de colores rojos, fuscias y anaranjados. Lo poco que alcanzo a ver tiene buena pinta. A lo lejos se intuye la música y la voz narradora de José María Pou. Los organizadores, en su línea, no han debido contar con que se iba a producir tal aglomeración de gente. Un par de chicos pretender volverse al Metro caminando contracorriente, me aglutino a ellos (¡la unión hace la fuerza!... y más aún en dos de mayo) y logró volver al Metro.

No queda demasiado para la media noche cuando llego a mi casa en Aranjuez. No habiendo tenido suficiente con todo el día, me trago en Telemadrid la Reconstrucción histórica del dos de mayo en forma de serial televisivo. Imagen horrible, sonido pésimo y actores amateurs, pero eso sí, interpretan a Malasaña, al alcalde de Móstotes, a Rufo y al resto de madrileños sublevados con unas ganas y un ímpetu que, después de lo visto durante todo el día, incluso consiguen dejarme un buen sabor de boca...

Durante la reconstrucción se leen los artículos que el Jefe del Estado Mayor, el General Belliard, aprobó aquella noche como venganza a la sublevación del “populacho de Madrid” (y que el día 4 de mayo de 1808 salió publicado en el Diario de Madrid). El artículo VII dice: "Los autores, vendedores y distribuidores de libelos impresos o manuscritos, provocando la sedición, serán considerados como unos agentes de la Inglaterra y arcabuceados." Transcribamos éste que para algo hoy, día 3, es el Día Mundial de la Libertad de Prensa...

2:30 h. … Me voy a la cama. Afortunadamente, el Tricentenario… no me pillará.

2 comentarios:

Víctor L. Gómez dijo...

Patri, gracias por tu cronica por tu sensibilidad al expresar lo que vistes y sentistes.

Un besito muy fuerte.

Nos leemos!

Anónimo dijo...

El tricentenario no te pillará... pero a la vuelta de la esquina está San Isidro. Esperamos tu crónica.