viernes, 21 de diciembre de 2007

TENDENCIA AL CAOS. Por Elvira Lindo


Hay un tipo de personas que me causan gran admiración: las que tienen bien ordenados los armarios. Un gran abismo separan a los que nacen con esa cualidad y los que estamos condenados al desorden. No, no somos iguales. Por más que los años me han pulido, por más que intento reformarme y ordenar la ropa de una forma lógica, siempre sucumbo a ese momento de negligencia en el que digo, bah, pero qué más da, y suelto el jersey en el cajón de la peor manera posible, o meto el pie en el armario para soltar al aire los zapatos. Los que no llevamos en nuestro código genético la cualidad de tener los cajones en perfecto estado sentimos entre complejo y curiosidad por esas personas tan contumaces que nunca olvidan colocar la ropa interior como se debe, enfilar los calcetines, colgar las corbatas, doblar los jerséis para que se nos muestren al abrir el cajón como en las baldas de las tiendas.

Hay hasta quien ordena las toallas por tonos y las bragas por modelos (a un lado los tangas, a otro los culotes) o quien mantiene los trajes siempre en una misma percha. Los que no nacimos con ese sentido de la lógica hacemos buenos propósitos de vez en cuando y abrimos la puerta del caos para tratar de establecerla, pero al rato estamos hasta las narices. Qué más da, quién lo va a ver. (…)
Sin embargo, aunque no fueras tocado en tu nacimiento por el don de esa lógica práctica que es el orden, sueñas con alcanzarlo algún día. (…)

El único consuelo es pensar que quien está obsesionado por el orden es un neurótico. Pero ¿y si se sufren las dos cosas, la tendencia al desorden y la neurosis, entonces qué?
Elvira Lindo. (Escritora y articulista)

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