lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Qué queda cuando el pueblo se vende al diablo?

Cómo dormir cuando sabes que al cerrar los ojos vendrán las pesadillas y que al abrirlos, las pesadillas se convertirán en realidad. Cómo apostar por un pueblo que, agarrándose a las últimas esperanzas, se suicida regalándole, a través del voto, su alma al diablo. Un mapa que se tiñe de azul, pero que ni siquiera es del azul melancólico que recitaba Ruben Darío. Es de un azul sin poesía. Es un azul oscuro,  cínico, humillante, amenazante, deprimente y depresivo, que te araña, que te martiriza, que atentará contra la moral, contra los principios, contra la igualdad, contra los derechos humanos. Abocados al desarme emocional, al desastre. Azul se vuelve España, al igual que, en un adelanto del drama, se volvieron hace unos meses la mayoría de las autonomías. Es un azul que sabe a negro. 

Pero España no ha muerto... Sólo que ahora toca trabajar duro por despertarla del coma profundo en el que acabamos de entrar y en el que todo irá a peor. ¡Fuerza!

Cubrir estas elecciones ha sido un trabajo interesante, he aprendido a reconocer. Y me ha dado ánimo  y energía para seguir mirando hacia el futuro. Despertaron conversaciones, algunas a la luz de la luna, otras a través de mensajes, con los que están lejos y con los que están cerca.. Palabras y hechos que te demuestran quiénes están ahí y quiénes merecen la pena. Porque detrás de unos resultados devastadores para la libertad, quedan las almas que sé que algunos tienen.

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