sábado, 6 de febrero de 2010

Tomás Eloy Martínez, a tiempo completo




"Desde que tengo memoria he querido contar historias". Esas fueron sus primeras palabras en aquella entrevista. No recordaba haber oído hablar del escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez hasta que, hará un año, dentro del ciclo de entrevistas con Maestros del Periodismo que realizaba El País, leí la que le hacían a él. 
Desde la primera línea, me cautivaron dos cosas: primero, su pasión por el periodismo; segundo, la claridad con la que hablaba. 

Esta semana amanecíamos con la noticia de su muerte, a los 75 años, en Buenos Aires. Juan Cruz, el mismo periodista que realizaba aquella entrevista, escribía su necrológica. En ella, recordaba las palabras que Eloy Martínez usó al hablar de sus dos pasiones: "La literatura si no es desobediencia no es. La literatura, como el periodismo, son centralmente actos de transgresión, maneras de mirar un poco más allá de tus límites, de tus narices."
Ya en aquella entrevista me había gustado el modo con el que encadenaba, y al mismo tiempo distanciaba, a estas dos eternas hermanas peleadas, la literatura y el periodismo. "La ficción es ficción y el periodismo es periodismo, porque corres el riesgo de pervertir ambos géneros", decía.

Eloy Martínez pertenecía a la Fundación Nuevo Periodismo. Allí, en un texto titulado "Los hechos de la vida", proponía doce puntos a los que el periodista no debe faltar. El primero era: "El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un texto insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo.". La verificación del dato era una de sus obsesiones, quizás herencia de sus inicios como corrector en La gaceta de Tucumán, su ciudad natal. 
Preocupado por el desarrollo de la profesión, se mostró crítico con ella: "Siento que en el periodismo tradicional se trata al lector como si tuviera doce o catorce años; en vez de alzar a los lectores hacia la inteligencia de su medio rebaja su lenguaje. Se trata de masificar el periodismo, y esta es una de las enfermedades de esta época."

En su necrológica, Juan Cruz describía también como el argentino estuvo con el ordenador al lado, preparado para escribir, hasta el último momento. La escritura lo llenó todo. Quizás por eso, una de las frases que escribió cuando enseñaba periodismo le retrató como un reflejo preciso de lo que fue su trabajo y su pasión: "El compromiso con la palabra es a tiempo completo, a vida completa."