“¿Por qué?”. Inventé un código secreto y escribí con él “¿Por qué?” en la última página de un cuaderno estando en el colegio. Dibujé al lado una nube y la coloreé de negro. Eso he recordado hoy mientras veía una película. De eso hace más de diez años. La película de hoy era Zodiac, narra crímenes impulsados por mensajes cifrados. Si tuviese la capacidad y la cordura de crear un código secreto con la misma soltura que a esa edad, lo haría: un código que ni siquiera mi parte adulta y racional fuese capaz de descifrar, escribiría con ese código con una parte de mí y la otra parte no sería capaz de leerlo.
¿Y si no puse “por qué” y sin embargo sí lo he recordado así? Jean Piaget, psicólogo, especialmente vinculado a teorías de desarrollo cognitivo relacionadas con la infancia, narraba frecuentemente los recuerdos que tenía de cuando, siendo bebe, intentaron secuestrar el carrito en el que su niñera lo llevaba. La imagen se le quedó grabada en la memoria, incluidas las imágenes de los arañazos con los que su niñera volvió a casa. Años más tarde, su niñera le confesó que esa historia jamás había sucedido, que ella se la había contado mil veces, pero que jamás ocurrió realmente. Piaget había creado un recuerdo implantado, un recuerdo imaginado.
En la película Olvidaté de mí, Jim Carrey interpreta a un hombre que se somete a un proceso por el cual borrar de su memoria todos los recuerdos. Recordar viene del latín recordis, formado por re (de nuevo) y cordis (corazón). Recordar no significa tener en la memoria, quiere decir “volver a pasar por el corazón”. Ayer no pude leer, hoy he leído 150 páginas de periodismo de guerra: Más allá de la batalla de Mercedes Gallego. La periodista quiere olvidar, yo quiero olvidar. No escribimos para recordar las cosas sino para olvidarlas, para deshacernos de ellas. Mañana en la batalla piensa en mí de Javier Marías. No me he leído ese libro y además, le tengo manía a su autor. Pero el título ha aparecido en mi cabeza. ASOCIACIONES inconscientes. Piensa en mí, canción con la voz de Luz Casal. ¿Qué da más miedo olvidar o recordar? Llevo toda la tarde escuchando sonar el teléfono y mi hermano empieza a pensar que se me va la cabeza. Pero no creo que suena el teléfono, escucho que suena el teléfono. Pero ahora ya no lo escucho, es demasiado tarde. Cuando el reloj pasa de la medianoche ya da igual que sea la una o las cinco, tras pasar las doce, toda la madrugada discurre sin preocuparse de qué hora es. Son las 2.12 pero da lo mismo, da igual esa hora, da igual cualquier hora. Mañana no tengo clase, puedo dormir. Hubo una etapa en la que me empeñé en recordar mis sueños, para ello preparaba en la mesilla una libreta y un boli, si me despertaba, escribía aturdida mis sueños. A la mañana siguiente me costaba descifrar mi letra. Fui soñando cada vez más, recordando cada vez más. Tuve que alejar la libreta, no quería recordar mis sueños, tenía la sensación de no descansar ni aún dormida. Hoy no quiero soñar.
Si tuviera ese código secreto escribiría otra cosa. No escribiría tren ni escribiría frío. No escribiría memoria ni batalla. Ni tampoco mar. ¿Será "Por qué" lo que escribí en aquel cuaderno?
1 comentario:
A veces he tenido de nick en el messenger que recordar es volver a pasar por el corazón. Pero sólo cuando estoy triste y tiendo a ponerme melodramática.
Cuando no, veo películas que no termino de entender como Zodiac (¿qué coño pasa al final, que no sé si está cortada mi peli o es que acaba de repente?).
Olvídate de mí fue mucho mejor... porque me hizo notar un escalofrío por el cuerpo. Esa película tiene algo especial.
Y el libro que te lees era uno de los que está en mi lista de cara a un futuro, porque ahora (antes de dejarme el libro en españa) estaba leyendo "Cuando estés en la batalla piensa en mí". No obstante, y hasta el trozo que yo llevo escrito, poco habla de guerras y batallas.
Y ahora me conformo con un libro aburrido de Jorge Bucay y me engancho a un best seller más del montón... El último merovingio, creo que se llama.
Y así paso mis días...
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