miércoles, 23 de abril de 2008

Ella

¿Sensual y poderosa? No. Parecía que sí, quizás lo llegó a ser. Pero no, ya no.

Ahora está débil y quebradiza, agotada.

Nos necesitábamos. Rozaba cada zona de mi cuerpo, erizaba mi piel. Me transportaba. Y yo la humillé, la perseguí. La envíe hacia un destino oscuro, inadvertido, irremediable.

Ahora me arrepiento, ahora.

Su olor, su tacto, esa mezcla entre rugosidad y delicadeza, entre el caer del otoño y el despertar de la primavera.

Frágil. Eso sí. Lo que más me impresionó de ella fue su vulnerabilidad. Lo que más me martiriza ahora.

Nací en su cuna. La Tierra, su nombre, envenenando mis sueños. Me hablaron desde niña de su grandeza, de la elocuencia de su inmensidad. Pero se olvidaron de exigirme que la cuidara, de mostrármela desnuda, tal como es.

Ella se expone ante mí, llorosa, dubitativa, dolida, profundamente dañada por los que son como yo.

¿Qué puedo hacer ahora? Ella agoniza. La miro. La miro y huyo.

¿La Tierra quiso entregarme su vida o nosotros se la arrancamos a gritos?

No hay comentarios: