jueves, 8 de marzo de 2012

Tres mujeres trabajadoras despedidas


Ninguna de las tres tenían nada en común, excepto que trabajaban en periódicos. No se parecían en nada hasta que la crisis y los dueños de sus empresas les dieron la carta de despido. Las tres compartieron la misma sensación. Tienen más de cincuenta años, se habían dedicado a trabajar desde que eran niñas y se habían convertido en las representantes de esa primera generación de mujeres que ya no se tragaban el cuento de princesas y príncipes y habían sacado sus vidas adelante por sí mismas. Eran las mujeres de referencia, las que durante treinta años habían dicho con orgullo que ellas eran mujeres trabajadoras. Largas trayectorias profesionales a sus espaldas. Las mismos largos años que ahora sus empresarios utilizaban de cuartada para ponerlas en la calle con irrisorias indemnizaciones. Ya no les salían las cuentas. La crisis, además de real, era la excusa perfecta. 

La primera de ellas llegó al periodismo como secretaria. Se hizo imprescindible a medida que iba aprendiendo de un oficio que ni siquiera le había llamado la atención. Pero adoraba hacer entrevistas tanto como meter cizaña entre los que entonces no eramos más que becarios de verano. 
La segunda presumía de cómo había sacado adelante a su hijo mientras contaba batallitas de los años de la tele. Nadie sabía más que ella de entresijos y esperanzas. 
La tercera no pudo frenar las lágrimas cuando abandonaba la redacción a la que había estado acudiendo durante los últimos 17 años, el último de una serie de periódicos. Partía el alma. 

Tres mujeres que no tienen nada en común más que un pasado vinculado a la prensa. Más que una lucha por hacerse un hueco en un mundo que por aquellas aún era un mundo de hombres. Más que un despido pasado el medio siglo de vida. Más que la misma entereza con la que afrontaron dar carpetazo -por la fuerza- a carreras que aún no habían terminado. A las tres les gustaba dar 'consejos' a las nuevas generaciones.
Las tres han dejado a la fuerza de ser mujeres trabajadoras, aunque a sus años ya saben de qué va la película: son conscientes de que trabajar, aún fuera de las empresas a las que han dedicado media vida, van a tener que trabajar. Lo aprendieron desde niñas. Crecieron entendiendo muy bien que significa ser una mujer trabajadora.

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