lunes, 26 de diciembre de 2011

Un año en Ceuta


Una 'polvorona' que a causa de las constantes suspensiones por la lluvia se repetía como tema cada día en las reuniones; una reuniones que realizábamos en la planta de arriba porque la sala era más grande y la plantilla también. La inquietud y el apoyo... y hasta hoy. Han cambiado las causas de la ansiedad, pero ella ha permanecido imperturbable desde el primer día que llegué a Ceuta. Primero me estresaba encontrar temas, después que no se me escaparan, dar a basto, que sean lo suficientemente interesantes -las atemorizantes aperturas-, cubrirlos con coherencia y con responsabilidad. Sí, esa capacidad para aceptar las consecuencias de nuestros hechos... 

Ceuta suponía mi primer trabajo y asumir mis actos era la principal diferencia entre haber sido la eterna becaria y ser ahora redactora, más aún en un ámbito local en el que ves de primera mano los resultados. Nunca pensé que permanecería un año entero en Ceuta. Pero el 26 de diciembre del año pasado crucé el Estrecho junto a mi primo que me ayudaba a llevar las maletas., y en la mañana del 27 pisé El Pueblo de Ceuta por primera vez con la temeridad y las ganas con las que se afrontan los retos

Han cambiando muchas cosas en doce meses. Ha aumentado la precariedad, el estrangulamiento de una redacción que hace verdaderos esfuerzos por sacar adelante un trabajo digno. Una redacción que, sin embargo, tiene una ventaja que logra sostenerla de pie a pesar de toda la marea, y es su plantilla.

Sé que si levanto la vista de este ordenador me encuentro con miradas compañeras, con ojos cómplices, con amigos. Entre todo lo que que he encontrado en Ceuta, destaco esos vínculos personales. Comidas en el Caballas, cafés, piscina, viajes, charlas de sofá, reflexiones de despacho, secretos, encuentros. De hecho, ahora que ya una va pensando en emprender el vuelo, lo que asusta no es el devenir laboral, sino la pérdida, la añoranza con forma de melancólica. Sé que pasados los arrebatos, queda lo puro. Y no quiero decepcionarme. Cuando marchas hay gente que dejas atrás para siempre y otras que te acompañan, a pesar de la distancia, compartiendo contigo eternamente un trozito de alma.

Pero hay más, por supuesto. Ceuta te da la posibilidad de vivir de primera mano un periodismo muy potente. Te da la posibilidad de experimentarlo. Después, de dar de ello una cobertura exhaustiva, depende. El tiempo y la dedicación tienen sus límites, como las horas del día. Ese reloj constante, esa lentitud mía, pesadilla de cabecera de este año que concluye. 

Retos personales, también. A pesar de ser consciente de ello en cada arrebato, no he logrado controlar mi vanidad, mi ego, esos celos violentos que me atrapan cuando quiero llevar un tema que se lo asignan a otro. A veces esas rencillas laborales se combinan con golpes emocionales, un ego personal, o el mismo celo -personal, no laboral- que siempre me han echado en cara mis amigos. Conflictos internos que desembocan en dolor de estómago y llantinas en lugar de en conversaciones. Poca resistencia a la frustración... Me sigue pasando un año después. Tendré que esforzarme más...

En Ceuta he aprendido que un coronel es más que un teniente pero menos que un teniente general, que el mar es la puerta al nuevo mundo, que la 'jarera' rompe el ayuno porque está llena de proteínas, que los bomberos sacan dos camiones aunque sólo sea una sartén echando humo y que el que lleva el casco amarillo es el que manda, que las noticias se escriben mejor después de compartir una 'ergaieb' con nutella. Pequeños detalles, sólo eso. Hay otros más importantes, como que en Ceuta se entiende que venderse puede ser muy fácil y que, precisamente por ello, la ética debe estar por encima de todo. La coherencia y la rigurosidad son irrenunciables si quieres ser digno de esta profesión. Un año, por tanto, para comprender y asimilar aquella frase que tanto me llamó la atención hace un año: "Ser digno en Periodismo comporta cierta desolación, soledad, alguna amargura, pudor y cierta sensación de desamparo”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya me extrañaba a mi que siguieras aqui en Ceuta.

Patricia Gardeu dijo...

No sé quién eres.. pero sí sigo en Ceuta!!

Anónimo dijo...

Otro año mas aqui. Eso es que no sale nada mejor?