miércoles, 29 de diciembre de 2010

De Clark Kent a Mary Poppins 24: The End


Casi sin tiempo de despedidas. Bueno, según se mire. Porque la última semana no hicimos otra cosa que despedirnos. De todos, de cada uno.
Después, un vuelo rápido. Bueno, también más o menos… Según se mire.
El viaje programado a Belfast se convirtió en un “atrapados en la nieve”. Tendremos que dejarlo para la próxima, para cuando dentro de diez años volvamos a Kinsale a ver a nuestros niños convertidos en adolescentes.
Gia no sabía que me marchaba. Al día siguiente, me buscaría por la habitación de la au pair gritando Sha Sha; según ella, mi nombre. Harry sí sabía que era mi último día y no me soltaba, me dio un abrazo eterno de esos que solo saben dar los niños.

La despedida fue blanca, como la blanca Navidad. El jeep, nuestro jeep, nos regaló un último pasaje a través de la nieve. Después, tren de Cork a Dublín, cortesía de Morgan. Y avión a Faro. Esa noche, Cristina y yo estábamos cenando en su casa, como tantas otras. Y es que sin ella, nada aquí hubiese sido lo mismo. Me costó despedirnos. Irlanda nos esperó y ahora es nuestra. De las dos. Compartida como un par de calcetines desparejados que supieron encontrarse.

The End. Tres meses en los que acabé convertida en Cenicienta, pero en los que disfruté mucho.
Después de ésta, o mi instinto maternal quedaba castrado o me entraban unas ganas inmensas de ser madre. Y me da que es lo segundo. Claro que mi instinto maternal siempre estuvo muy marcado.
Y el inglés, ese constante enemigo. Que le diría a Moli. No hay que olvidar que en tres meses no se le pueden sacar peras al olmo… Pero teniendo eso en cuenta, estoy contenta con los resultados. Y hacer mis primeras entrevistas en inglés no tiene precio. (Reportaje pendiente, por cierto). Que una estaba disfrazada de Mary Poppins pero cuando hacía falta podía enfundarse el traje de Clark Kent.
See you soon...

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