martes, 28 de octubre de 2008

Cartas de una Erasmus - Entrega 01

LA PARTIDA

Perugia (Italia). Principios de octubre. Frío. Una ciudad de montaña entre Roma y Florencia, ojos muy abiertos, la dosis perfecta de ansiedad… y comienzo a escribir. Soy, con envidia de muchos, una estudiante Erasmus, todos dicen que será una experiencia única y maravillosa.

¿Burocracia o burrocracia?

Pero empecemos por el principio. Bueno, por el principio no, saltémonos dudas, burocracia y burocracia y burocracia…y situémonos en septiembre: una estudiante de periodismo, yo, se dispone a meter en una maleta los 20 kg de ropa (y objetos varios) permitidos por la compañía de vuelo de bajo coste. A la gente que marcha a mi alrededor le atosigan los nervios y las ganas, yo ando acelerada y dubitativa, y en ese punto de partida me dispongo a llenar la maleta. Parece fácil… pero no lo es.

La estudiante abre el armario y sobre la cama va desperdigando diversos “por si…”. Dos horas después, la habitación es un revoltijo de ropa, papeles, ilusiones y cosas diversas: mi gato disfruta. ¿Qué abrigo me llevo? Que quite el frío, que sirva para la lluvia, que me combine… Camisetas, rebecas, chaquetas… decisión, qué vida más cruel. ¿Me hará falta el bikini? Yo llevo tres, me contestan. Pero si en Perugia no hay playa… ¿Y cuántos pantalones? Los de pana abrigan y pesan, los vaqueros no abrigan… ¿pero cómo no llevar vaqueros? ¿Omito faldas?

Planificación

Duda existencial… ¿te has parado alguna vez a pensar qué tipo de sábanas pesa más? Las de franela, las de verano, las de Pirineo… Me hago con el peso de la cocina: la pieza ronda los 400 gramos. Curioso. ¿Toalla o albornoz? Ropa interior… y zapatos… uff, la gran tragedia. Unas botas ¿las de las acampadas o las de lluvia? Unas deportivas. Me veo en el aeropuerto con las botas altas, porque si no ¿dónde las meto?

Aquí no acaba… ¿medicinas? Sí, botiquín de urgencia. (Una madre enfermera deja huella). La máquina de depilar: innegociable, pese a quien le pese. Cámara de fotos, el ordenador portátil…alguna foto… ¿Y el saco de dormir? ¡Ahhh!

¿Libros? No, no… tengo que sumergirme en la literatura italiana… pero… ¿Uno? Venga… Finalmente, un trato a medias, en español sobre Italia: Paseos por Roma de Stendhal, y Venecia de Jan Morris. Además de un diccionario italiano-español y mi Grammatica italiana di base. Y un atlas básico de inglés, que siempre será útil… Y un moleskine… Notas diversas, suspiros. Llega el momento, el duro momento: pesar la maleta. ¿20 kg? Mínimo pesa 30. Pido auxilio…

¡Ayuda!

Y me socorren, con mano dura… Seis jerseis… no, no… tres… ¿¿por qué?? Porque… porque sí. ¿Dos pijamas y dos pantalones de deporte? De eso nada, un pijama, y un pantalón de chándal, y combinas. ¡¿Pero si de estas dos rebecas sólo cambia el color?! No, no… ¡Ay!

¡Ay, digo yo! Parece fácil, ¡qué difícil de explicar!… Un par de párrafos equivalen a una semana de meter y sacar cosas de la maleta, ¡ay!, repito. Finales de septiembre, aeropuerto de Barajas, Madrid. Nervios: Tilas. Despedidas. A presto, cara!! Y Perugia espera… La vida Erasmus acaba de comenzar. La primera impresión, la primera panorámica aguarda cerca.

La bella Italia, la dolce vita…

1 comentario:

Rosenrod dijo...

¿Sabes? Leyendo tu crónica me he acordado de un documental que vi hace poco, una maravilla titulada "Encuentros en el fin del mundo", de Werner Herzog, y que refleja la vida en la mayor base científica de la Antártida.

Y te dirás: pero, ¿qué tiene esto que ver con lo que he escrito? Muy sencillo: por el documental, entre momentos dedicados a la naturaleza, vemos desfilar a la fauna particular de habitantes de ese lugar tan remoto... Y entre ellos, destaca un hombre procedente de Europa del Este, que huyó de una cárcel allí, y que vive siempre con la mochila preparada por si tiene que salir huyendo. Una mochila que nunca sobrepasa los 20 kilos, para poder subirse en cualquier avión, y que te alucinaría todo lo que contiene... ¡Hasta un bote inflable con remo y todo! (¡lo juro!)

Muchos besos, guapísima. Y ansío más crónicas italianizantes...