martes, 28 de octubre de 2008

Cartas de una Erasmus - Entrega 02

Mi coinquilina y yo llegamos al Ostello per la Giuventú de Perugia y… (En España: cola de la Oficina de Relaciones Internacionales de mi Universidad. Conozco a una chica alocada, despistada y dulce. Se va también a Perugia de Erasmus. Congeniamos y decidimos al instante irnos juntas. Seremos compañeras de piso, o lo que es lo mismo, será, además de mi inseparable, mi coinquilina).

Mi coinquilina y yo llegamos al Ostello per la Giuventú de Perugia (el albergue). Compramos el Cerco e trovo, (Busco y encuentro), el periódico donde los italianos, además de vender sofás o dar clases de cocina, publican los anuncios de pisos.

El vocabulario básico es:
Cerco affitto, que viene a ser: busco piso de alquiler.
Camera singola o doppia: Habitación individual o doble. Individual… per favore….
Condominio: Comunidad. (Mejor que no haya)
Riscaldamento: Calefacción (Mejor que sí haya)
Quanto costa?: ¿Cuánto cuesta?
Posso vederla?: ¿Puedo verla?
Qual´e l´indirizzo?: ¿Cuál es la dirección?

Primera jornada

Un futuro casero nos recoge en coche en el Arco Etrusco. El primer piso: demasiado lejos. Descartado. En el segundo piso nos dan plantón. Mientras esperamos nos encontramos a dos compañeras de Madrid, también estudiantes Erasmus: “Nosotras, que llegamos hace cuatro días, llevamos acumulados cuatro plantones”, nos dicen. Qué ánimos, piensa mi coinquilina y las bautiza las superamigas. Lo que aún no sabe es que las cuatro nos haremos inseparables…

El tercer piso impresiona: una planta para cada dormitorio, y otra para la cocina, millones de colchones… Un piso antiguo y enorme… pero hiela. Salón no tiene. Pronto nos daremos cuenta que en Perugia los salones son una estancia inexistente.

Retorno desolador al albergue. Allí conocemos a las leonesas, dos estudiantes de ingeniería de minas de León. “Nosotras llevamos una semana buscando”, nos consuelan. ¿Consuelo? Desolación…

Segunda jornada

Dos horas buscando un piso en el que estábamos citadas. Desesperadas, preguntamos a una chica italiana que pasea con su perro. La chica, su amiga y el perro terminaron viendo el piso con nosotras, y convirtiéndose, de este modo, en nuestras primeras amigas italianas. Las italianas nos harían los más ricos platos de pasta, pero, como dicen los italianos, piano piano, lo primero, encontrar casa.

En Elce, el barrio de los universitarios, un casero al que le recordamos a su hija, Erasmus en Alemania, nos enseña un piso tentador. Paseamos reflexionando cuando nos volvemos a encontrar (Perugia es bien pequeña) a las superamigas: “¡tenemos casa! –nos dicen eufóricas– un piso un poco caro pero enorme. Descartamos otro, más pequeño y barato, completamente reformado… si lo queréis ver…”.

Emoción

Atravesamos la Vía Pinturicchio, (afamado pintor), nos metemos en Via Idalia y vemos el piso. Mi coinquilina y yo nos miramos, el mismo pensamiento nos pasa por la cabeza: “¡Es éste! ¡Es éste! ¡Nos lo quedamos!”. Nos sumergimos en un emotivo abrazo, somos felices. Lo hemos logrado, y en un tiempo record: Abbiamo trovato affitto!! …y nos vamos a celebrarlo…(con mojitos).

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