Odio los zapatos. Los detesto. Para empezar, no me gustan tampoco los pies, ni los míos en concreto, heredados de la familia de mi padre, ni los de los demás en general, esos cinco dedos, cada uno de un tamaño, al final de una zona alargada… Buafff…que no, que me parecen una parte horrible del cuerpo, ya sean pies como los de la Cenicienta, o como los de sus hermanastras…
Pero, sobre todo, detesto vestirlos. Odio buscar en el cajón cada mañana unos calcetines que no tengan agujeros, que no se resbalen por el pie, que no te molesten con la costura… ¡que te peguen con la camiseta!... un horror. Y después, encima, ponerte unos zapatos... ¡detestable!
Si por mí fuera, iría todo el día descalza, especialmente desde que descubrí el parqué, aunque bueno, la loza fría bajo los pies tampoco está mal… pero que manía materna por repetirnos que no andemos descalzos ¡¡que manía cívica de ponernos zapatos!! Higiene y salud, alegan… “me vas a limpiar el suelo con los calcetines”, “te vas a pillar un resfriado… o reuma”…¡pesadas!… (Con lo bien que estaríamos ahora en la playa, con los pies en la arena… -eso es otro tema: ¡¡me quiero ir a la playa!!).
En fin, si he de elegir, entre todo lo malo, me quedo con las botas altas: estéticamente, y con faldita, quedan bien monas… Aunque depende de las botas, claro: tengo unas de tacón y punta, un poco cowboy, que si me las pongo parezco otra… pero no aguanto con ellas más de una hora. Tengo otras rojas, deportivas, que en el escaparate me parecieron estupendas y que cuando llegué con ellas a casa me resultaron horribles. Eso me pasa a veces, si es que los zapatos, ya lo avisé, son bonitos, como mucho, en los escaparates, una vez puestos son detestables... Luego están las botas camperas, perfectas en la nieve pero que te recalientan el pie y estás deseando deshacerte de ellas (una vez tuve unas negras de plataforma ¡horrorosas!). Las ‘pisacacas’ o estos tipo botines tienen su gracia pero a los zapatos la gracia le dura media hora porque enseguida empiezan a molestar.
Lo más cómodo deben ser las deportivas (tenis, playeras…cada cual como las llame), al principio te la pones y se ajusta al pie y piensas en un tono orgásmico “Dios, son mis zapatos”… luego los cordones comienzan a despelucharse, las costuras a romperse y las suelas a gastarse. No, no se trata de la calidad del zapato… hay algunos que incluso se desintegran a medida que andas con ellos y es sólo... ¡por ser zapato!... es su cruz, no hay remedio.
Y hay tantos tipos de zapatos como personas… y esa horrible pregunta de qué zapato ponerte con ese vestido, que no, que no me gustan los tacones… o cuando en el trabajo te obligan a llevar zapatos negros… o los zapatitos blancos de las novias, que no sé qué es peor... Si es que ni las babuchas son cómodas… por fin llegas a casa, te descalzas ¿y quieres que tenga que volver a calzarme con unas zapatillas?... que quiero ir desclaza -repito.
Y en estas, llega el verano… tengo unas sandalias que me gustan, pero ya cumplieron el lustro y están en decadencia física. Y entonces llegan los problemas… deportes con calcetines… te asas de calor; sandalias sueltas… se te caen de los pies, y no puedes correr; ¿pescadoras de plástico?... ni que tuvieras siete años; zapatos de lona… sudan los pies; chanclas… menuda incomodidad; y así… que si un zapato para la playa, que si otro para conducir, que si…
¡¡Que los odio, que los odio!! Por no hablar del espantoso mundo de las plantillas… que se evaporan, entre otras cosas. ¡¡Qué asco!!
¿Y por qué pienso en zapatos?... Porque acabo de empezar una relación con unos. Ayer efectué mi última adquisición: las alpargatas verdes de la foto. Parecen cómodas y fresquitas, y se sujetan al pie… no sé aún en qué desembocará esta relación, sólo estamos empezando...
7 comentarios:
aogtudqMe he hartado de reir con tu comentario de hoy. El problema no son los zapatos, sino tus pies. Toda la vida te he dicho que tienes los pies de las hermanastra de la cenicienta. y luego, está tu forma de andar, que pones los pies torcidos hacia los lados, sin apoyar la planta de los pies enteras, por esos todos te resultan incomodos, porque a los dos dias, ya los tienes deformados. Lo que no llego a entender es lo de hacerles fotos a los pies. Tal vez quisieras que fuesen todos tuyos.
Seguiré atenta la marcha de la relación... No sé si estoy dispuesta a permitir que no te conviertas a la religión de las alpargatas... ¡Uf! ¡Una nueva campaña de proselitismo!
PD: Me encanta el color de las alpargatas.
te estoy aplaudiendo (aunque no se vea)...
tengo dos cosas para decirte.
la primera es:
que te amigues con tus pies porque si no los tuvieras, no podrías andar descalza.
y la segunda es: las alpargatas son muy comodas pero... ni bien las mojes, se le nacen bigotes y se despeluchan todas!!!!!.
suerte!
Sentir el suelo con los pies desnudos es uno de los pequeños placeres al alcance de cualquiera. Un beso
Mi niña, se te pira muchisimo la pinza. Cuando he leido botas de tacón he pensado que esto no lo habías escrito tú. Eso quiero verlo, me refiero tu con tacones, te lo dice tu amiga la victima de los zapatos. De todas formas, no te gustan porque no los miras con buenos ojos, y mira que yo soy de las que va siempre descalza por casa.A ver que tal con tus alpagatas.
Un besete.
Nunca me habían escrito tantos comentarios, ¡qué bien!... aunque eso sí, mejor si los firmáis porque bueno, es fácil saber quién lo ha escrito pero ¿y si se me "fuera la pinza" de verdad y no reconociera las lecturas entre líneas?... Besos!!
Jajajaja, yo soy la que va siempre descalza por casa.
Firmado:
¡¡¡¡¡Tenemos que ver Sexo en Nueva York Ya!!!!!
PD. Así te vale??? con P.D. y todo.
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