Dice que no es que él sea un periodista comprometido, sino que es que “yo soy periodista, y el periodismo es compromiso, investigación, independencia”. Dice que así lo aprendió en la Universidad (se licenció en 1984 en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona) y que así ha pretendido desarrollar hasta ahora su trabajo.
Quizás por eso, Gervasio Sánchez es considerado uno de los más importantes foto-periodistas de la actualidad, galardonado recientemente con el premio Ortega y Gasset.
El pasado 29 de mayo, el periodista acudió a la UC3M para participar en una conferencia sobre 'Periodismo Social en imágenes', junto a Paul Hanna, jefe de fotografía de la agencia Reuters en España y Portugal, dentro del ciclo ‘Periodismo social como clave para el desarrollo’.
En los últimos veinte años nos ha hecho testigos de los más importantes conflictos bélicos mundiales, acercándonos hasta nuestros salones, el drama de la guerra: “el periodismo tiene que saber documentar los hechos que suceden alrededor de nosotros, sean más lejos o sean más cerca de nuestras vidas, de nuestras fronteras anímicas y físicas. Yo intento documentar los hechos que suceden en esos lugares, sobre todo me interesa mostrar a las víctimas de las guerras, los dramas que ocurren alrededor de ella; cada vez me interesan menos los combates, los combatientes, que a la pregunta de por qué combaten, pocas veces le sigue una contestación favorable, o al menos clara”.
Sus palabras y sus fotografías muestran la realidad y contribuyen a crear una conciencia social, por ello, además de colaborar, entre otros medios, con el Heraldo de Aragón o la Ser, ha publicado libros como La Caravana de la Muerte. Las víctimas de Pinochet (2001), Cinco años después. Vidas Minadas (2002), o Sierra Leona. Guerra y Paz (2005).
Lo más difícil de sus corresponsalías es el encuentro diario con el sufrimiento, ya que “si eres mínimamente sensible, acaba afectándote mucho”. Pero asegura que no le gusta hablar de sí mismo “porque es un espacio que le quitas a los protagonistas de los dramas”, ya que mientras aquí “lo intentas digerir con la mejor de las digestiones”, allí, las guerras “duran décadas, como sucede en Afganistán, Sudán o El Congo”.
Las fotografías de Gervasio Sánchez miran a los ojos, por eso, a menudo no necesitan de muchas descripciones externas, sin embargo, él reivindica el poder de las palabras, la importancia de contextualizar una imagen: “hay que aclararlas con un buen pie de foto”, explica, “aunque hay fotografías que pueden funcionar por sí solas, yo creo que hay que aportar unos datos mínimos de qué es, cuándo se tomó, cómo se tomó, qué pasó. Además, siempre tener más información es bueno en cualquier cosa que hagas en tu vida.”
Se siente afortunado porque considera que ha tenido siempre la libertad necesaria para poder ejercer su trabajo, pero se encuentra crítico ante una profesión que se arrastra demasiado hacia un “periodismo de promoción, declarativo, de gabinete de prensa… donde al periodismo distinto hay que rebautizarlo”. Es por ello, que se siente escéptico ante determinadas áreas periodísticas, como es el periodismo local: “sabemos las trampas permanentes que existen, la influencia que ejercen poderes extraños a la comunicación sobre la comunicación: empresas, políticos, publicidad… Hay muchas presiones y a nadie se le va a ocurrir enfrentarse a grandes empresas que tienen mucha influencia. Cuando hay intereses que entran en contradicción con los intereses del grupo mediático, automáticamente se acaba aparcando el periodismo a un lado, y se permite que ocurran cosas que, desde mi punto de vista, me parecen inaceptables.”
Ante esto, Gervasio Sánchez cree en el poder del periodismo, aunque se pregunta “¿qué pasaría si yo escribiera aquí sobre corrupción local, sobre periodismo de promoción, sobre que en las ruedas de prensa no se puedan hacer preguntar porque los ministros o el Presidente del Gobierno no las aceptan?”.
Y las preguntas… quedan en el aire.
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