Risas... y alguna lágrima. Vino con naranja y limón; vamos, sangría. Como las de entonces. Una manos alzadas llenas de "chuletas" en bolígrafo rojo. Calamares. Edredón. Fiestas... Recuerdos. Re-confesiones. Una ciudad que nos cambió la vida, Segovia.
Pelearnos como antes... por unos fritos o unas patatas, por un camino u otro, por llegar siempre tarde, por mal perder al Trivial... y gritarnos... y abrazarnos.
Crecer, ser licenciadas y tener curros precarios. Alejarnos. Pero recordar qué fue lo mejor de la carrera.
Tirar colchones al suelo y soñar despiertas.
Comer spaguetis al mediodía, a la cena, al desayuno.
Psicoanalizarnos. Ver soluciones sólo para los problemas ajenos. Inventarnos. Compartirnos.
No olvidar. Redescubrirnos también.
Ya nos vale... más de dos años...
Por Sego, por lo felices que fuímos allí, y sobre todo, porque aún somos capaces de recrear aquellos ambientes cuando, como este fin de semana, las segovianas (cinco, aunque en la foto falte una) nos volvemos a juntar.
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