"Todos somos potencialmente unos asesinos. He conocido a muy poca gente en la guerra que muriera por no matar". Con frases como esta, con la intención de dejar en el aire, para quien quisiera cogerle el guante, una reflexión, terminaba ayer su speak Gervasio Sánchez. El fotoperiodista presentó en el Matadero de Madrid el documental que La 2 de RTVE, dentro de su programa Imprescindibles, le ha dedicado, y que aunque se emite hoy, a las 21 horas, se estrenaba anoche en pantalla grande.
Gervsaio Sánchez arremetió, en su línea, contra unos y otros, con las mismas obsesiones que lo caracterizan desde hace años, aunque ni por ser eso, obsesiones, logran un resultado. Quizá por ello: por tener asumida la derrota. Es el caso del tráfico de armas, que lleva años denunciando. Es posible que su protesta no haya servido de nada y no haya disminuido ni en un ápice la exportación armamentística, pero también es cierto que trabajos como el de niños soldados o el de 'Vidas minadas' están desde hace mucho tiempo en la memoria y en la conciencia colectiva.
De Gervasio Sánchez, como pasa con muchos otros, se dice, y ayer se volvió a repetir, la frase de que o se lo odia o se le ama pero no deja indiferente. Gervasio Sánchez, además, puede provocar las dos contrapuestas reacciones al mismo tiempo.
Es probable que antes de cuarto de carrera me llegase algún hilo de este fotoperiodista, pero no lo recuerdo. Mi primer recuerdo consciente de su trabajo me llegó, como casi toda en aquella época, de la mano de mi profesora de Historia del Periodismo. Fue ella la que me habló de él, la que me enseñó sus fotos y la que me instó a entrevistarlo. Acudí a una conferencia suya en la que se generó una polémica y una chica extranjera del público comenzó a arremeter contra él, quien se defendió hilvanando una teoría, a mi parecer confusa, sobre conspiraciones hacia él. No me resultó demasiado fiable aquella escena y lo puse en cuarentena.
Aquella entrevista que le hice me llevo años después a la misma conclusión que en la noche de ayer y que es lo que menos me gusta de él: repite una y otra vez el mismo discurso. Dos años después de mi cuarto carrera, vino a dar una clase magistral al máster de ABC y repitió lo mismo que tiempo atrás. No me cayó demasiado bien entonces. Ayer, cuando volvió a incidir en los mismos temas, lo vi sin embargo con diferentes ojos. Hay temas que es necesario repetir y una otra vez hasta hacer mella. Probablemente yo no tenía entonces la experiencia necesaria para entender de qué hablaba y ayer sí, y lo que entendí entonces como repetitivo y pesado, ahora lo veo como coherencia en su discurso.
Por ejemplo, en cuanto al periodismo local. En el año 2008 (él se licenció el año que yo nací), en aquella entrevista, me dijo: "Sabemos las trampas permanentes que existen, la influencia que ejercen poderes extraños a la comunicación sobre la comunicación: empresas, políticos, publicidad… Hay muchas presiones y a nadie se le va a ocurrir enfrentarse a grandes empresas que tienen mucha influencia. Cuando hay intereses que entran en contradicción con los intereses del grupo mediático, automáticamente se acaba aparcando el periodismo a un lado, y se permite que ocurran cosas que, desde mi punto de vista, me parecen inaceptables". Hablaba de periodismo local, del que ayer volvió a decir que si él lo hubiera ejercido en lugar de dedicarse al periodismo internacional, haría años que le hubieran "cortado la cabeza". Es muy probable.
El Imprescindibles que emite este noche La 2 es un trabajo muy interesante y recomendable. Desde la música hasta las localizaciones (y pese a esos movimientos de cámara un poco apresurados de vez en cuando). Pero sobre todo es un recorrido por un fotoperiodismo del que ya poco se hace, no porque no haya buenos fotoperiodistas, que los hay y muy buenos, sino porque la censura y la precariedad se han aliado para hundir esta maravillosa y apasionante profesión.
Frente a lo que menos me gusta de él, lo que más me gusta es que no abandone nunca sus objetivos, que recorra junto a sus fotografías la historia que tienen, que nos cuente los después, el niño comido por la metralla convertido en papá que sirve de punto de partida al documental; la vida de los derrotados, de los alcanzados por una mina, que tanto me impresionaron en cuarto de carrera. "Perdí hace muchos años la idea de cambiar el mundo con el periodismo", apuntó anoche Gervasio. Así, con esta confesión ya presumible terminó ayer; con la apariencia de estar de vuelta de todo pese a la vitalidad y seguridad con la que dijo que dentro de diez años, sabía que seguiría haciendo lo mismo: recorriendo el mundo y denunciando con sus fotos las guerras y sus largas consecuencias. Quizá ese pesimismo aparente era solo una pose. O quizá es que aún me llame la atención porque como me lleva 25 años, yo sigo pensando aún que sí es posible aquella frase que tuve puesta algún tiempo en las paredes de mi cuarto y que decía algo así como que el primer impulso que me llevo al periodismo fue la idea de cambiar las cosas...
En cualquier caso, el documental es muy interesante, y recomiendo a todos que lo vean esta noche, o cualquier otra noche. Es de esos por lo que el tiempo, probablemente, no vaya a pasar. Y que te hablen, él y otros profesionales que salen el el vídeo, de periodismo y de fotografía es siempre un placer.