Porque hay dolores que duelen aunque pase el tiempo.
Como el de la indiferencia,
como el del olvido,
como el del desprecio,
como el que marcan las notas musicales.
Porque desde niña siempre temo el día de hoy; porque de pequeña, a pesar de las ansias, de la comida familiar, las chuches o los regalos, algo malo acababa ocurriendo este día; porque de mayor estaba ya demasiado lejos para que nadie lo entendiese. Será pura superstición, o predisposición. O no saber encontrar los tréboles de cuatro hojas.
Pero sé que el 17 de marzo es siempre mejor quedarme debajo del edredón...
2 comentarios:
¡¿Y a ti que te pasa?!
¡¡Que dos entradas más depresivas te han salido!!
De todos modos, ¡felicidades por el santo!!
:-P
Gracias primo!!
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