A las dos de la tarde del viernes, entre la estación Nord de Valencia y la plaza del Ayuntamiento, una marea humana se movía a empujones bajo el ruido de los petardos. Era la última mascletá de las Fallas 2010. Y las fiestas eran ya menos de los valencianos y más de los turistas, principalmente madrileños huídos de la capital en el puente del día del padre.
Los petardos ya no dejaron de escucharse en toda la tarde, desde los que lanzaba un crío de tres años al que la madre le encendía la mecha hasta las matracas de fuego que cruzaban las calles de una a otra acera.
Con este sonido ambiente, hicimos el recorrido de falla a falla admirando la precisión de muchas de las primeras figuras.
Cervezas gratis y agua de Valencia daban sabor a la imagen de un peinado fallero que algunas no habían podido despeinar desde hacía seis días.
A las 7 de la tarde fue la cabalgata. La oscuridad de la noche era alumbrada por el fuego que lanzaban las figuras, por demonios y zancudos. El color rojo vencía. Aunque las protagonistas eran las falleras, adultas e infantiles, que se paseaban, alegres y cansadas, en su último día de reinado.
La cremá se inició con las fallas menores, las de los niños. Las figuras ardían y las lágrimas de los valencianos ya empezaban a brotar. El momento emblemático de las fiestas llegó pasada la madrugada. Las figuras de cartón piedra ardieron. Desde una posición privilegiada -los ventanales, en una sexta planta, de la redacción de ABC Valencia, situada en plena plaza del Ayuntamiento- vimos quemarse a un fallero, a una fallera y a un montón de periodistas...
Un cartel en una marquesina de autobús rezaba algo así como que los valencianos eran los únicos capaces de quemar un año de trabajo... Sólo amparados por algún ninots indultado.
Secadas las lágrimas de los valencianos, o ahogadas en el alchol, Valencia, entre cenizas, siguió de fiesta...
Mira aquí las fotos de estas Fallas.
Mira aquí las fotos de estas Fallas.
1 comentario:
Allí estuve :)
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