lunes, 8 de abril de 2013

Maestros en las redacciones

Atardecer en Ceuta

Hoy me ha llamado un antiguo colega, un periodista al que admiré y escuché atenta cuando él andaba contando batallitas del ‘Prestige’ mientras yo intentaba entender a los gallegos, durante unas prácticas en La Voz de Galicia. Mi jefa de aquellas le contaba –después de que yo saliera excitada de una reunión de ‘primera’- que a mí me "hacía ilusión cualquier cosa" y él se burlaba de mí y de mi entusiasmo... Me encantaba aquel periodista. Y también alguno más de aquella redacción, me gustaban aquellos que se empeñaban en desmadejar la intrínseca gallega con los poros de la piel muy abiertos. Me gustaban los que ponían empeño y al hablar de periodismo los ojos se les hacían grandes y te contagiaban.

Hace un par de días, una amiga y compañera periodista me decía que no entendía por qué en esta redacción nuestra salimos tan tarde, que ella en otros periódicos, a las ocho estaba en casa. Me sorprendió porque en todos los diarios en los que he estado, he trabajado jornadas interminables, en todos se me ha hecho la medianoche tecleando en el ordenador... Pero no me importaba, tenía la ilusión intacta. Fui redactora en prácticas en Segovia, en Huelva, en Madrid y en La Coruña y no tuve la suerte de salir nunca a las ocho, pero me emocionaba tanto que no me importaba... A cambio, tenía una suerte, la de ir encontrándome con grandes profesionales. 

Me he cruzado con periodistas que amaban el periodismo y lo respetaban y que se sentaban a mi lado, al lado de la becaria, y te enseñaban y te contaban y te corregían y te llenaban las páginas de rojo y tenían una paciencia infinita contigo. He tenido la suerte de tener la posibilidad de aprender. Después, en cada uno está que tomes esa posibilidad y estés atento o que la dejes pasar... También he tenido compañeros pésimos y sobre todo jefes que me dejaron malas experiencias, pero a los malos, a los que hablaban mal de la profesión y la ejercían con rencor los he ignorado. Y aún así, también me enseñaron, me enseñaron a defenderme y a ser más fuerte. 

Era como los profesores. No soportaba a los que  te decían que no estudiaras periodismo, a aquellos que no creían en lo que estaban impartiendo. Tuve muchos de esos, pero los olvidé. Me quedé sin embargo con quienes me motivaron, con quien en cuarto de carrera compartió todo conmigo y me regaló el amor a una profesión que pese a todo sigue siendo la más maravillosa del mundo

Ese amor es el que después han compartido conmigo otros periodistas, ellos que a menudo desde pequeños rincones hacen grande cada día esta profesión. Igual es una persona o dos tan sólo a quienes destacaría de cada medio por el que he pasado  -también las redacciones están llenas de gente nefasta que perjudica a esta profesión-, pero por esa persona que en un determinado momento de mi aprendizaje me enseñó a valorar el periodismo es por quien merece la pena continuar creyendo en este oficio.

Ahora que los ERES y las prejubilaciones dejan las redacciones sin maestros, aún valoro más las posibilidades y las enseñanzas que he recibido en cada uno de los medios de comunicación por los que he pasado. Llevo pocos años en esto, pero ya hace ocho años que escribí por primera vez en un periódico sabiendo la responsabilidad que ese gesto conllevaba, ocho años desde que me presenté en una redacción con las ganas de aprender que -como no, sigo estando muy verde-, aún conservo.

Ya no soy aquella becaria. Hace dos años y tres meses que trabajo en una redacción y lo que ha hecho grande, lo que hace grande,  mi estancia aquí, en Ceuta, es a quienes he encontrado, quienes me enseñan cada día. Quienes con su ejemplo me animan a la perseverancia. Las redacciones sin ejemplos, sin gente a las que admirar y de las que aprender, no serían lo mismo, y eso deberían de tenerlo en cuenta quienes promueven los despidos. 

Yo no me canso de escucharles, de observarles y de aprender. Soy una periodista afortunada porque tengo a mi lado, compartiendo redacción y atardeceres, a los mejores maestros. Y por ellos merece la pena pelear y amar el periodismo. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, a los mejores premios publisher tienes a tu lado.Sigue pensando asi, que llegaras lejos, muy lejos.

Patricia Gardeu dijo...

Si quieres criticar, deberías no excusarte en el anonimato. Tengo la suerte de tener a maestros a mi lado, quizás tú no.