sábado, 12 de junio de 2010

Balance



"El mundo es una pesadilla
y yo he sido tan feliz.
El mundo se derrumba y gira
pido disculpas por vivir."

Me coloco los cascos y, aunque el metro avanza, el mundo se detiene; al menos, el mío. La música de Ismael Serrano me envuelve en un intento, quizás vano, de crear un mundo propio donde las cosas sucedan, siempre, como las sueño yo.

"Ya lo sé, no soy un héroe...
...No pido excusas ni perdón,
salvar tu vida o redención
Sólo busco un trozo de verdad,
un destello de felicidad."

A Ismael Serrano suelen catalogarlo como un cantante triste. Sin embargo, aunque anide en nostalgias y derroche melancolía en sus versos, sus temas suelen ser un canto a la vida, una búsqueda constante de destellos de felicidad. Aún más, en estos días de lluvia equivocada de estación.

"Hago balance
y repaso viejas fotos.
Ya no soy aquel muchacho
con relámpagos en los ojos." 


La canción "Balance", uno de los temas de su último disco, no es sólo un ejemplo de esto; es también un himno a la renovación, al ímpetu de buscar una vida que esté más contagiada por los sueños que por las amarguras.
"Conservo miedos
por los que aún debo cantar.
Aún siento el vértigo helado
al echar la vista atrás.
Aún me emocionan
viejas luchas,
el “No pasarán”.

Me duele América.
Amo viajar.
Sueño y milito
en tu risa,
en la amistad.

Leo tebeos.
Odio madrugar.

Aún creo en la utopía..."

Aunque tenga ojos pequeños y apenados, siempre he sido una chica más alegre que triste. Más entusiasta que apática, aunque haya heredado la melancolía con la que los cáncer miran a la luna. Río más que lloro. Como buena amante de Machado, siempre he sido más filántropa que misántropa. Más confiada que prudente.
Aunque fuera sólo por contradecir a mi hermano, siempre he optado por vivir en las nubes antes que por poner los pies en el suelo, por beber de sueños antes que de realidades. Por preferir la poesía a los ensayos. 

"Aún creo en la utopía
y no soy el mejor hombre.
Reconozco que me cansa
dar siempre explicaciones."

Pero, a veces, rumio demasiado y el frío se me mete en los huesos y veo la vida tan gris como el cielo que hoy asoma por las ventanas de Madrid.

Las traiciones, las rupturas, los engaños, los fracasos, las mentiras, los círculos que no se cerraron, las desilusiones, los errores, los fantasmas, las heridas, las dudas, el miedo, lo incierto, el olvido, la indiferencia, la muerte... se apoderan de mis ganas y me convierten en el tipo de persona que nunca fui.
Uno aprende, cae y se levanta. Se aleja y vuelve a empezar. Pero es importante no dejarse entre las ruinas la esencia de quien se es.

"Quiero que sepas
que, aunque arrastro mis fracasos,
si quieres contar conmigo,
aún guardo fuego en mis manos.

He aprendido
a hacer maletas

y a comer solo.
A reparar espejos rotos.
Sé del tesoro
de las cosas más pequeñas,
no siempre sé
lo que tiene urgencia."

El viaje no puede ser sólo la excusa para gastar los caminos.

"Hago balance.
Queda todo por hacer.
Si tú quieres te acompaño.
No soy más que lo que ves." 


Entonces, me coloco los cascos y, aunque el metro avanza, el mundo se detiene; al menos, el mío.Y durante los dos minutos y 51 segundos que dura la canción, me niego a pedir disculpas por vivir y vuelvo a habitar en los castillos de arena y en las nubes de mis utopías.

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