"Te llaman porvenir
porque no vienes nunca…” rezaba el poeta, sin embargo, el porvenir vino.
"...que la aventura acabará, sin duda,
como debe acabar, como está escrito,
como es inevitable que suceda.”
Y terminó su aventura, su transcurrir por la vida, y le llegó, ayer, la muerte.
Descubrí a Ángel González en el instituto, hice un trabajo sobre su poesía y despertó en mí ganas de más, que suavice leyendo más y más… A lo largo de mis años de lectora, nuevos descubrimientos he ido hallando, siempre emocionada.
Estas Navidades le pregunté a mi madre si recordaba cuál era el primer libro que yo me había leído pero no supo darme respuesta. Así que intentando recordar después de cuentos de Disney y comic de Zipi y Zape, con plena consciencia de cuanto leía, cuál habría sido, supuse que el primero, en torno a los nueve años, habría sido Los cinco y el tesoro de la isla. Devoré después toda la colección de Los Cinco de Enid Blyton y muchos de de Los Siete Secretos.
Los poemas y leyendas de Bécquer también deben rondar la niña de aquellos años. En el colegio leía a Machado y rebuscaba entre los libros de mi madre.
No me gustaba Juan Ramón Jiménez porque compartíamos ciudad y odiaba los poemas de García Lorca que me parecían muy traumáticos. Las novelas que nos obligaban a leer me daban coraje y me parecían estúpidas historias de amor. Prefería investigar por mi cuenta en casa o en la biblioteca del barrio, entre libros de los que ya olvidé su nombre.
En el instituto ya era una asidua lectora, y en el último año, las clases de lengua y literatura me enamoraron, conecté por primera vez con los autores que ya antes había estudiado sin agrado y con algunos nuevos… me enamoré de los poemas de Ángel Gonzalez, de Luis Cernuda, de Pedro Salinas, de Mario Benedetti, de Pablo Neruda…(“Para que nada nos separe, que no nos una nada”), y sobre todo, me obsesioné con Valle Inclán y con Historia de una escalera de Buero Vallejo.
Me impresionaron tanto aquellas clases que acabé repentinamente matriculándome en Filología Hispánica como solución a la falta de nota para Periodismo. Pero no es lo mismo leer a que te obliguen a leer… eso le quita todo Romanticismo.
Demasiada Edad Media cuando yo me quería leer todas las novelas de escritores contemporáneos que estuviesen relacionados con el Periodismo o con viajar, a lo Maruja Torres. Mujer en guerra fue un antes y un después.
Tengo enormes lagunas en literatura extranjera… esa horrible torre de Babel. Los poetas y novelistas extranjeros son para mí aún desconocidos. Tiempo al tiempo.
Cuando descubres los textos de un autor/a que conectan con tu alma, esa sensación es única, por eso me gusta leer.
Teatro es lo que más he leído, a pesar de que considero que el teatro es para levantarlo del papel y hacerlo vida. Estoy enamorada de Medea, la de Seneca o las contemporáneas y de Yerma de Lorca, y del ardiente teatro de August Strindberg. Adoro el teatro, por eso lo abandoné.
Más adelante, lejos de Andalucía, de las pedanterías de las filologías y las vanidades de los teatros, me sumergí por fin en la Comunicación. Aprendí a aprender leyendo, a informarme. Me apasioné por las biografías, por los libros sobre viajes, por los ecos del Periodismo siempre presente.
Dejándome aconsejar entré en la literatura si no más filosófica, sí más transpersonal, palabras que en Andalucía aún no estaba preparada para comprender, pero en Segovia sí, la que va más allá del yo en busca de la conciencia y de la armonía.
Me gusta leer y escribir pero no me gusta estudiar, ni que me impongan las cosas, por eso (entre otros aspectos más cercanos a la desilusión y a las faltas de éticas), las carreras, los estudios... siempre me dejan un tanto distanciada, decepcionada.
También por ello, es en época de exámenes, cuando más me disperso, como ahora, cuando más escribo, cuando más me entretengo, cuando menos estudio.
Este curso también he tenido inmensos descubrimientos… Ryszard Kapuscinski, Julio Camba, Susan Sontag… y ayer mismo, esas cartas de Rilke.
Me gusta anotar citas, palabras, retazos... de los libros que leo, y apuntar sus nombres. (La asignatura de Documentación me hizo muy metódica).
Me gusta que me recomienden libros, y aprender y soñar...