Aprendí que a medida que crecemos son más falsas las monedas y más puros los instintos.
Cambiaría a muchos humanos por estar cinco minutos más abrazada a tu pelaje.
Te fuiste y nuestra playa se quedó vacía. Sé que ahora duermes -porque eras un dormilón- agazapado en las faldas de mi ángel de la guarda.
Aquí, mientras, cada vez quedan menos almas y aparecen más vanidades.
Sin ti, y sin ella, ya lo sabes, la vida importa menos.
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