viernes, 29 de febrero de 2008

Ronda de preguntas

¿Son términos tan contrarios libertad de prensa y censura? ¿Qué tienen en común Periodismo y Política? ¿Y en algo se diferencian? ¿La palabra "Rigor" cuaja con la palabra "Historia"? ¿La libertad de expresión existe?

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” (Art. 19. Declaración Universal de Derechos Humanos. Vigente desde 1948)

La esfera política está que arde. Careos, enfrentamientos, votaciones, traspasos de poder. A nivel nacional e internacional. Los medios de comunicación se hacen eco. ¿Pero lo reflejan, hacen "servicio al ciudadano" e informan, o entran en el juego formando parte implicada de las turbiedades?
Hace unos días los diarios digitales titulaban con las críticas recibidas en The New York Times por los ataques a McCain. ¿Hasta qué punto el Periodismo se expresa libremente?
Omitamos por un momento un pasado histórico turbulento de censuras, gacetas oficiales, propagandas y ansiosas ideas ilustradas. En la actualidad, realmente, los regimenes que oprimen, ¿caen bajo su propio peso?

En este ambiente de hermanos sucesores y políticas engañosas, mi Universidad (Carlos III) realizó el jueves 21 una conferencia con el periodista Ali Lmrabet como ponente. Lmrabet nació en Tetuán en 1959, ha estudiado en París y es periodista de El Mundo. Ha estado encarcelado por defender la libertad de expresión y prensa en su país. Sus críticas a la monarquía y su defensa de una cierta libertad le han llevado a ser tratado como un criminal. A pesar del calvario de la cárcel, de la huelga de hambre que llevó a cabo o de las calumnias, a pesar de que tiene vetado el ejercicio periodístico en su país, él ha continuado fiel a unos principios, a la necesidad de exigir la práctica de unos derechos humanos.
Marruecos tiene una monarquía constitucional y un rey, Mohamed VI, que ejerce control absoluto. El periodista eligió una estructura muy visual, unos ejemplos muy sencillos para explicar qué papel juega la libertad de prensa en su país: no existe, se ejerce un absoluto control sobre cualquier información contraria al régimen. Así nos lo explicó a un público joven (y un poco ignorante), algo iluso pero también crítico. Traía bien aprendido el discurso y le otorgamos absoluta credibilidad.

Con la ronda de preguntas llegó la polémica. Personalmente me dio la sensación de que preguntaran lo que le preguntaran, él estaba soltando discursos mecánicos. Entonces intervino una estudiante marroquí rebatiendo los planteamientos del periodista, defendiendo la existencia de cierta libertad en su país. Otra chica marroquí apoyó a la primera. La conferencia empezó a caldearse, a convertirse en un enfrentamiento personal entre las dos estudiantes y el periodista, en el cual no discutían sino que cada uno contaba "su película" sin tener en cuenta ni argumentar su visión ni escuchar al otro. Aparentemente sólo coincidían en que los tres defendían la libertad de expresión ¿pero acaso la practicaban entre ellos? La moderadora tuvo que intervenir y reconducir la conferencia.
Si la limitación de libertades en países como Marruecos o Cuba es un hecho como lo fue antes en el nuestro, como, prácticamente, lo ha sido en todos los Estados en algún momento de su historia, lo lógico sería que esa limitación se reconociera sin tantos matices, ¿o no?, si un hecho es verdadero ¿por qué algunos lo ven falso?

En el caso de este tipo de conferencias, a veces se insiste en que los “sembradores de incertidumbres” (en este caso las dos estudiantes) son enviados de las embajadas para distorsionar en el extranjero lo que realmente ocurre dentro de un país. No sabemos si es el caso. Si yo fuera ajena a la Universidad y desconociera quién ha organizado el encuentro, probablemente lo que pensaría es que las chicas no habían sido enviadas de su embajada sino enviadas por los organizadores de la conferencia para lograr con la polémica despertar un mayor interés entre los asistentes... al fin y al cabo, en más de dos horas de conferencia, nadie bostezo ni se levantó de su asiento… ¿qué papel juega la manipulación en todo esto?

Y de ahí podriamos saltar al tema de la semana:

El País: “Zapatero gana por la mínima”.
La Razón: “Rajoy gana la batalla de la confianza”.
Metro: “Rajoy gana en empuje y Zapatero, en aplomo”

Las páginas interiores hablaban de “un duelo agrio (…) repleto de acusaciones”, de ajetreo, actividad, ritmo, choques…. “conforme iban pasando los minutos…”, recrea uno de los periódicos echándole literatura y emoción al debate…
Pasan las horas, los días…entonces, escuchamos los debates post-debate, observamos las crónicas de los periódicos y las opiniones de todos… y la pregunta es ¿vimos todos el mismo debate? (¿Hablaban del mismo país el periodista y las estudiantes?).
A mí, en el debate, me entraron ganas de dormir.
Uno: “Que se vayan a dormir con la tranquilidad de que podemos encarrilar las cosas” (¿Qué se cree, que somos ovejas?).
Otro: “Buenas noches y buena suerte” (Qué estamos en España, majo).

Nada nuevo. Eso sí, alrededor del espectáculo tenían razón, sí se montó ese Gran Carnaval.

En definitiva:

Manipulación. ¿Hemos evolucionado mucho desde el S.XVII? ¿Hay “distorsión de la verdad al servicio de intereses” en las palabras de una estudiante marroquí? ¿Y en el discurso de un mediático debate político? ¿Y en la interpretación de la “realidad” que hacen los medios a posteriori?

Censura. ¿Dónde está el límite entre lo que coartan los poderes políticos (ya sea monarquía, ya sea Gobierno) y lo que uno se autocensura? ¿Son ya, aquí y ahora, los lobbies los que “manejan el cotarro”?

Verdad. ¿Significa algo esa palabra? ¿Qué pesa más la verdad o la fiabilidad? ¿La mentira o la desconfianza?

Libertad de… Opinamos, imprimimos, publicamos… ¿o la comunicación es un oasis en medio de un desierto?

Escepticismo. ¿Quién ha cambiado sus planteamientos previos tras el debate? ¿Qué pintamos cada uno de nosotros en medio de esta campaña electoral? ¿Qué y a quién podemos creer?…
y que soy enemigo de tener una ficha, un color, un partido…”

(… Y a pesar de todo, hoy es el Día de Andalucía… “Levantaos… Pedid… y libertad...”)

Probablemente, esto también sean discursos aprendidos, cuestiones resbaladizas que esconden la ignorancia de la neófita. Sé que hay algo que se me escapa, algo imprescindible.


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