Un día largo, sin tiempo de nada, y con tiempo de todo:
Mañana de reyes (Los periodistas vivimos, a veces, un día por delante). Reportajes clásicos, adecuados a la fecha. Literatura.
Café reivindicativo.
Reunión de reparto de temas. Llamadas. Sindicatos.
Riña de gatas, pelea callejera.
(Un accidentado bocadillo de tortilla)
Cabalgata de Reyes: carteros, caballos, Sus Majestades, caramelos (en todas las carrozas, claro que solo había seis). Mis cabalgatas nocturnas siempre en buena compañía convertidas en un desfile con mucha seguridad -policías (nacional), y más policías (local), y más (de intervención urgente)- y muchos niños marroquíes a la caza del caramelo, hasta por debajo de las carrozas.
Asilo. Hospital
Historia de un fotógrafo, del FOTÓGRAFO.
El Dios que aparece en una editorial.
Redacción. Prisas.
Noche.
Una de cal y otra de arena: La felicitación de un policía por un artículo, la reprimenda de una política por un artículo.
Y llegar a casa pensando: "Voy a hacer cualquier cosa menos encender el ordenador".
Pero qué vamos a hacerle. Es noche de Reyes y no puedo dormir. Quizás sea porque aunque ya no espero nada, no puedo dejar de mirar por la ventana a ver si esta noche los veo llegar a los tres desde el lejano Oriente.
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