Labordeta me recuerda a algún que otro festival del PCE en los septiembres madrileños. A los cantos que aquellos adolescentes veinteañeros que fuimos (hace muy poco), y que, bandera repúblicana en mano, nos animábamos a entonar. Música y letra de generaciones pasadas que, imitando a nuestros padres, asumimos como propias. Canciones que recibíamos de unos trasnochados casettes en los que cantautores que casi tenían la edad de nuestros abuelos, protestaban contra una opresión que nosotros sólo conocíamos por los libros de historia. Un canto de otra época, pero que, haciéndolo nuestro, gritábamos en los conciertos clamando libertad.
¿Sos española?, me preguntó el uruguayo
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"*La utopía está en el horizonte*. Camino dos pasos, ella se aleja dos
pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve
la utop...
Hace 4 meses
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