Este curso, 2013/14, ha estado marcado por la fotografía. Mi vida, en general, siempre ha estado muy relacionada con las imágenes. Me recuerdo haciendo fotos con mis cámaras compactas, con la que me regaló mi abuela después, ya de adolescente. Con las más potentes los últimos años... Gastándome las pagas a medias entre las cintas de vídeo, las revistas en las que salía Lydia y los carretes de fotos. Miles de fotos de los scouts, de Benji, de los amigos, de la familia...
Dicen que a los 28 se derrumba todo para empezar de cero de nuevo solucionando conflictos. Claramente los últimos tiempos han sido periodo de transición, de resurgimiento, de cambios y aceptaciones, de maduración.
El 19 de octubre de 2007, hace siete años, abrí este blog materializando una necesidad de escribir, de probar. La escritura siempre ha sido, y sigue siendo, mi mejor aliada y consejera, mi liberación, mi punto de equilibrio. La primera entrada se la dedicaba a la canción que daba nombre al blog, Vagabundear, de Joan Manuel Serrat. Por mi espíritu libre, como el de mi madre. Con margaritas, como explicaba también después, hacía referencia a ese verso hermoso que recuerda que aunque nos corten todas las flores, jamás lograrán detener la primavera. Y en ello estamos, buscando flores.. Este blog ha sido mi canto a la esperanza, al resurgir, al transformarse, a vivir, evolucionar y emocionarse.
El periodismo, los viajes, las emociones -a veces con demasiada desnudez- han sido los temas que han marcado el ritmo de este blog en estos siete años. Siete años en los que ha dado tiempo a que pasen muchas cosas. Siete años es buen número para volverse a reinventar. Como decía, el periodismo ha sido alma de este blog, el paso de la facultad a las redacciones, porque a medida que lo he ido escribiendo me he ido adentrándo en este oficio. Pero también ha habido muchas otras cosas: Italia, Irlanda, Galicia, en entregas (mis seriales) por ejemplo. Literatura, sueños, entrevistas, confesiones a medias, amor. Temporadas más fructíferas y otras menos, como la vida. Entradas de despedidas, y entradas protesta, reinvindicaciones, críticas. Homenajes. Mucho teatro y también canciones y libros. Citas y listas, dos de mis debilidades. Festividades, fechas. Personas imprescindibles que después siguieron su camino, como yo el mío, y hasta recetas de cocina.
A la par que este blog (y al margen del que pretendía ser más "profesional"), a lo largo de estos años he abierto otros blogs, de duración determinada y con fines concretos: Italia al taglio, con anécdotas de uno de mis países favoritos; Utopía práctica, una aventura que atravesaba mis emociones literarias, y Masterizándonos, todo un diario de clases y de primeros contactos profesionales.
En total, 421 entradas en conmargarias escritas con el alma. Siete años de blogs en esta cuenta, con 558 entradas totales y 122.090 páginas vistas. Pero todo tiene un fin. Y a veces uno se agarra a los finales con demasiado ímpetu por temor a lo desconocido. Pero yo soy una chica valiente, siempre lo he sido. Y a diez días de cumplir los 30 años sé ver el punto y final. Además, la señal es clara: hace unos días, todas las imágenes, las fotos añadidas con precisión y esmero a lo largo de estos siete años a cada una de mis entradas del blog, desaparecieron. Sí, en un segundo se esfumaron todas. He buscado en la red el modo de reencontrarlas, pero nada. Lo que se pierde es probable que nunca vuelva. Señal, esta de que me desaparezcan mis fotografías, demasiado evidente de que es hora de poner punto y final a mis queridas conmargaritas. Ha sido una terapia, un amor, un impulso para vivir. Gracias a todos los que en algún momento me habéis leído. La vida continúa ahí fuera.
VAGABUNDEAR
Harto ya de estar harto, ya me cansé
de preguntarle al mundo por qué y por qué.
La Rosa de los Vientos me ha de ayudar
y desde ahora vais a verme vagabundear,
entre el cielo y el mar.
Vagabundear.
Como un cometa de caña y de papel,
me iré tras una nube, pa' serle fiel
a los montes, los ríos, el sol y el mar.
A ellos que me enseñaron el verbo amar.
Soy palomo torcaz,
dejadme en paz.
No me siento extranjero en ningún lugar,
donde haya lumbre y vino tengo mi hogar.
Y para no olvidarme de lo que fui
mi patria y mi guitarra las llevo en mí,
Una es fuerte y es fiel,
la otra un papel.
No llores porque no me voy a quedar,
me diste todo lo que tú sabes dar.
La sombra que en la tarde da una pared
y el vino que me ayuda a olvidar mi sed.
Qué más puede ofrecer
una mujer...
Es hermoso partir sin decir adiós,
serena la mirada, firme la voz.
Si de veras me buscas, me encontrarás,
es muy largo el camino para mirar atrás.
Qué más da, qué más da,
aquí o allá...