sábado, 19 de julio de 2014

Máster en la Escuela TAI: Dirección de fotografía (Parte II)


Esta entrada es breve, pero intensa, y tiene un fin: hacer justicia a un post previo incompleto: Máster en la Escuela TAI: Dirección de fotografía (Parte I). Un compañero me dijo hace un par de días que la valoración de TAI en las encuestas académicas no sería la misma si nos las pasarán después, en lugar de antes de los rodajes. Opino lo mismo. Ahora, recién terminado este mes y medio de rodajes diarios, nuestra estima ha aumentado.

Sigo pensando que la escuela es un desastre y que en temas de organización, tienen mucho que mejorar. También en muchos otros aspectos. Y pienso también que suministrar poco a poco los rodajes en lugar amontonarlos en 17 horas diarias en el último periodo hubiese sido mucho más productivo. Pero he de reconocer también que la experiencia de grabar 19 cortos y 6 anuncios publicitarios en mes y medio, y teniendo además la posibilidad de hacerlo con los mejores medios técnicos y de cooperar (eso ha sido maravilloso) unos departamentos con otros, es, como decía, una muy grata y productiva experiencia vital y profesional. Sin duda alguna, estos dos últimos meses han sido los más bonitos e interesantes de estudiar en TAI, y al haber sido el broche final, irremediablemente me deja un buen sabor de boca...

martes, 1 de julio de 2014

El periodismo de los 1 de julio

"Las redacciones han sido, desde que pisé la primera, en 1964, hogares alternativos para mí. Hogares de acogida, sustituyendo a aquel, postizo, de quitar y poner y nunca mío, que me vino dado por nacimiento. Siempre supe que la aventura estaba fuera y, cuando empecé a ejercer como periodista, comprendí que el nido más seguro desde el que podría lanzarme a buscarla era una redacción, que en ella siempre te acogían al regresar, mesas y papeles y máquinas de escribir y ordenadores y gritos impacientes y lugares en donde esconderse para ponerse al día".
(Maruja Torres, Diez veces siete. Una chica de barrio nunca se rinde.)


Hace siete veranos entré por primera vez, de lleno, en una redacción. Previamente había tanteado otras, había dado primeros y variopintos coletazos en frías tierras. Y aún antes, hace ya doce años, ganaba mi primer sueldo como periodista en una interesante aventura compartida que duró muy poco.
  
La noche del 30 de junio al 1 de julio la pasé, durante varios años, inquieta y entusiasmada pensando en la redacción que por primera vez pisaría al día siguiente. Atrás quedaban aquellos irrritantes test de actualidad. El verano pasado, quizá presintiendo el inminente final, me acordé de todos esos becarios que pisan este día las redacciones. Los tres últimos años viví esta jornada pensando más en cómo cubrir con letras los secos agostos y contando los días para cogerme vacaciones... 
Este verano, 2014, cumpliré 30 años. Por primera vez, desde hace unos cuantos, mañana, 1 de julio, no despertaré con aroma a redacción. 

Como Maruja Torres, Miguel Mora anunció ayer que dejaba El País. Han sido dos de los periodistas que más he leído y admirado de esa casa. Pero esas casas llamadas redacciones y que en algún momento llegamos a sentir como nuestra, en las que no nos importó echar horas y emociones, hace tiempo que dejaron de ser refugios y se convirtieron en campos de batallas liderados por corruptos, en espacios donde algunos intentan aún sobrevivir pese a los perros lamedores. No, las redacciones ya no son lo que eran. Lo que no significa que el periodismo no lo siga siendo. El periodismo es el mismo, los periodistas también. Aunque hay periodistas y periodistas...

Mañana, cuando camine hacia un trabajo "alimenticio" pensaré en la ilusión de esos becarios, pero también en todos esos periodistas que sirven cafés, limpian centros comerciales o dormitan en sus casas. Porque aunque las redacciones se hayan evaporado, ellos siguen siendo grandes periodistas, y a mí, y a otros, nos enseñaron mucho.