miércoles, 8 de enero de 2014

Y pasó


Y pasó la Navidad. Y se acabó este año tan decisivo. Y volvemos a este punto sin retorno, al frío, al recelo, al miedo, a la fuerza, a la valentía, a la decisión, al contraste. 2013 se llevó las seguridades que amamanté de adolescente, la energía y hasta la confianza crédula e inocente. Pero me enseñó que la vida es más que un tránsito, que la vulnerabilidad y la sensibilidad no son un defecto, sino una virtud. Aprendí que los lazos no tienen por qué ser de sangre, que cuando llueve quienes lucían palmito junto a ti al sol corren a resguardarse sin importales nadie más. Pero el sol siempre sale, eso también lo aprendí, sólo que hay que mirar por la ventana y no siempre hay ventanas. Es mejor no esperar y dar trae más alegrías que pedir.