domingo, 30 de octubre de 2011

A cañonazos


La decepción también te desvela el sueño. Cuando las expectativas mueren tras chocar con el muro de contención que alza la realidad, el golpe es duro. Nos dijeron que esperáramos, que lo imposible sólo tardaba un poco más. Era mentira. El tiempo pasa para recriminarte que las miras demasiado altas, al final, sólo producen vértigo. La vida se desmorona. Al mundo le golpean duras tempestades. Una crisis mundial que asola deja impotentes a, sólo en España, cinco millones de parados a los que se les niega el autodesarrollo personal. Jóvenes al borde del suicidio ideológico. La desmotivación asola. 
No difiere demasiado de esa generación confusa de personas de cincuenta, a los que la vida no les ha devuelto todo aquello que fueron entregando a medida que la transitaban. Probablemente, ni siquiera una parte representativa de lo que entregaron, de lo que fueron perdiendo por el camino agarrándose a un montón de ilusiones que resultaron ser espejismos. Elegimos la salida equivocada y ahora, en plena oscuridad, ni siquiera nuestra propia sombra nos acompaña. 
Cuando la decepción llega de tú a tú duele el alma. Automarginándonos de un mundo que no nos comprende, elegimos –aún nos quedaba eso, la capacidad de decisión–, y en esa elección ponemos corazón y cabeza, ponemos entrañas. La decepción no llega anunciada con grandes carteles. Basta con un gesto, con una palabra equivocada que te desvela la falta de confianza, la falsedad de cualquier aparente previa muestra de cariño. No es orgullo, es miedo. 
Decepción final ante ti mismo, porque el optimismo que te caracteriza ha sido una pistola de juguete contra un entorno que te dispara a cañonazos. 

lunes, 24 de octubre de 2011

Kit Kat


Literalmente, sin tiempo para respirar. Pasa todo tan deprisa que no me da tiempo. No me da tiempo a escribir lo que quiero escribir, a cuidar lo que tengo que cuidar. A hacer las cosas que la gente normal hace. A poner lavadoras. A ver una película. A hablar con mis amigos. A dormir. A tener vida. Llevo hoy más horas delante del ordenador que en un día normal de redacción. Porque trabajo, precisamente, es lo que tengo acumulado. No asimilo. Necesito un kit-kat. Tampoco aquí tengo tiempo para escribir más.

domingo, 9 de octubre de 2011

Relax dominical, con apuntes de lo que es mi mundo (periodístico) en Ceuta

Redacción EL PUEBLO

Un ‘autobús’, que en verdad es un coche, que parte a las dos de la tarde destino Castillejos (el primer pueblo pasada la frontera marroquí). Descubrir que el pescado está fresco si tiene las agallas coloradas y que, cual Moises con las aguas del mar Rojo, las colas para pasar la frontera pueden abrirse en dos para dejar pasar a quien sepa tocar los hilos y dar la ristra adecuada de besos. 

La herencia árabe, que no ceso de asimilarla y que se palpa en la cotidianidad, es una de las grandes riquezas que te ofrece Ceuta. También los pellizcos que, de vez en cuando, le das a las culturas hindú y judía. Se lo repito a todo el que me pregunta qué tal en Ceuta. Periodísticamente es una ciudad maravillosa que te ofrece un amplio abanico de posibilidades. No puedo imaginar mejor ciudad española para curtirte, para descubrir si realmente vales o no para el periodismo, para aprender y asumir esta profesión. 

Frontera desde el lado marroquí.
También hay días de periodismo de declaraciones y de retoque de notas de prensa –uno de los males, en mi opinión, del periodismo local es la casi obligación de querer meterlo todo, lo que te aleja de poder dedicar a otros temas el espacio y el tiempo que te hubiese gustado–, pero a menudo te encuentras con historias que te hierven en la piel, las que le dan sentido a este oficio. 

Ya he pasado la frontera del parto, los nueve meses en Ceuta. Septiembre fue un mes difícil, en el que andaba envuelta en dudas que no podía compartir. Ahora, más serena, les digo a mis amigos que si quieren conocer los encantos de Ceuta tienen por delante aún un montón de meses para venir a visitarme. Mi casa, por supuesto, es de ellos. 

Cuando llevaba sólo unos días aquí, me dijo mi jefa que una de las cosas buenas que teníamos los nuevos, aunque nos duraría poco, era que cosas que por cotidianas ya pasaban desapercibidas para ellos, a nosotros nos llamaban la atención. Aún siguen sorprendiéndome infinidad de cosas en esta ciudad y mientras así sea, me quedaré aquí. 

En Ceuta estoy aprendiendo a entender lo que pasa delante de mí campo de visión. Cuando llegué me desquiciaba comprobar que en casi todo lo que veía, aunque pudiese captar que algo escondía, se me escapaba el qué. Aún se me esfuman infinidad de detalles, pero voy mejorando en ese sentido. 
De las áreas que llevo, Sanidad es la que, con diferencia, me gusta más. Me gusta porque, más allá de enfrentamientos políticos entre la Gerencia y los sindicatos, te permite tocar temas que están pegados al individuo. A todo el mundo le interesa la salud y demasiadas veces estamos indefensos ante una sanidad demasiado politizada y poco humana. En manos de gestores y envuelta por una economía que se olvida de que se juega con la vida y la muerte, con el todo y el nada. 
Herencia de una madre enfermera, siempre me gustaron los temas sanitarios, y cubrir esa información es una de las cosas que más me motiva en Ceuta. Mientras que otras áreas, por más que las llevé, siguen sin apasionarme. Influye que las condiciones no me permitan tener tiempo para profundizar en ellas, pero también que ya de por sí no me parezcan temas estimulantes. Intento, en cualquier caso, encontrarle su gracia... y a veces lo consigo. Otras no.  

Luego están los sucesos, uno género casi renegado ya en periódicos de la península y que aquí, nos dan la sal. Y el término lo amplío a todo imprevisto: a aquello que te obliga a salir corriendo hacia cualquier lugar justo 'ahora'. Una llamada que desencadena un operativo. Ese es el momento más emocionante de cualquier jornada. 
A los veinte días de llegar a Ceuta tuve mi primer contacto con la inmigración. EL chico, un par de años menor que yo, me clavó su mirada. Era la segunda vez que intentaba entrar a nado a España. El fotógrafo y yo estábamos allí captando para siempre su frustración. Cada tema que he tratado relativo a los inmigrantes del CETI me han hecho reflexionar. Es otra de mis 'mediciones'. El día que cuente historias de inmigrantes como quien copia notas de prensa no tendrá sentido seguir aquí. 

En el apartado ‘sucesos’ entran también esos incendios presenciados por toda la redacción, avisos de tiroteo que te llevan en coche a darle tres vueltas a la ciudad buscando una pista, las pocas pero siempre estimulantes visitas al Príncipe, las noticias de desenlace trágico que te hacen quedarte en la redacción hasta altas horas, los accidentes captados al vuelo, las quejas sociales, los rallyes en el coche del periódico para que la noticia no se escape… 
Son apuntes laborales, a los que sumo también alguna entrevista gratificante y algún reportaje conmovedor. Sin olvidar una campaña electoral que más de un día me sacó de quicio… 

Creo que en estos meses he aprendido a quitar literatura (al menos un poco) y a manejar (en cierto modo) la ansiedad. No controlo aún, sin embargo, los enfados a destiempo, ni esa vanidad que a veces me desdobla, ni mi constante inseguridad
El dolor de barriga y la risa nerviosa que me asaltan cuando no quedo satisfecha con una información o cuando no he estado a la altura es otro de los parámetros medidores: si no te agobias con un mal resultado es porque has entrado en una actitud 'pasota' de la que hay que huir. De momento, sigue habiendo un montón de cosas que me quitan el sueño, y eso está bien. 

Mi mesa de trabajo.
Mi vida en Ceuta es, prácticamente, el periódico. En eso influye que el periódico no sea sólo trabajo, ni sus integrantes sean sólo mis compañeros de redacción. Nunca antes me había sentido tan a gusto en un trabajo. Por eso sumar tantas horas en ese espacio sin ventilación es a veces una opción elegida por puro roce. Como un gato que disfruta con el contacto. Hablé aquellos primeros días de los 'minutos musicales', ahora he de decir que las charlas al filo de la madrugada me apasionan. La noche da otro color a las palabras, desnuda las emociones. 

Todo esto no quita para que Ceuta me continúe pareciendo una ciudad en la que vivir se hace un poco más cuesta arriba que cualquier otra ciudad. La comodidad, el carácter afable y cariñoso de su gente, el clima, la cercanía… son ventajas que suelen, sin embargo, verse disipadas por una concentración odiosa que hace casi imposible salir a la calle sin verte obligado a saludar a la gente o por una agobiante sensación de aislamiento y desamparo. Estás cerca y, al mismo tiempo, tan lejos. 
Sin contar con la falta de alicientes de esta ciudad por mucho que tenga mil atractivos. Es fácil de explicar, pongo un  ejemplo: hoy libro, me apetece ir al cine –que por cierto, en nueve meses nunca he ido– a ver la película ‘La piel que habito’. A falta de tener cerca a mis amigos –si supieran lo mucho que los echo de menos–, en cualquier otra ciudad me iría sola al cine. En Ceuta, donde a falta de intereses muchos se entretienen a base de cotilleos, me da una horrorosa pereza encontrarme por el camino con conocidos que me vean como un bicho raro. En fin, después decidiré si ir o no al cine… 

Y concluyo ya la entrada de esta mañana de relax dominical. Dudo que en 2015, como me decía mi jefe hace unos días, siga aquí... Nunca se sabe, eso es cierto. De momento, y a pesar de los días en gris, la vida en Ceuta me resulta estimulante y no tengo la intención de marcharme. El periodismo, como apuntaban el otro día, no deje de ser una forma de vida; la forma de vida que yo he elegido y que, por ahora, me apasiona.

jueves, 6 de octubre de 2011

¿Por qué lo llaman amor?

Es un toma y daca, una utilización mutua de la confidencia, de la relación. Se equivoca el periodista que cree que le puede pedir a un político la lealtad de un amigo y se equivoca el político que cree que puede pedir a un periodista la lealtad de un amigo.
Pueden serlo cuando dejan al margen sus trayectorias, sus objetivos y sus intereses, pero es complicado que eso suceda cuando se trata de dos profesiones tan vocacionales, tan excluyentes, tan acaparadoras, tan apasionantes.
Las cosas van bien cuando uno y otro conocen las limitaciones. Las cosas van mal cuando creen que no existen esas limitaciones y la vida es bella, un amigo es un tesoro y hay que conservarlo contra viento y marea. 
Un periodista no puede exigir a su amigo político que le revele un secreto de Estado, un político no puede pedirle a su amigo periodista que no publique determinada información que le perjudica; un periodista no puede esperar que un político decente le cuente el lado oscuro de su presidente, de su jefe de partido, de su portavoz, de su ministro; un político no puede esperar que un periodista calle las noticias que bloquean la posibilidad de que su partido, su grupo, su jefe, gane elecciones o pueda dar un golpe mortal a su adversario.

Está bien la confidencia compartida, el desahogo, celebrar juntos los éxitos y llorar juntos los fracasos; está bien la charla de sobremesa a tumba abierta, los SMS en los que cuentas y te cuentan aparentes secretos que luego no lo son tanto, está bien ampliar la relación con el periodista o con el político hacia otros amigos, incluso a la familia; hacer grupo, jugar unas partidas de mus, tomarse unos gin tonic en el bar de la esquina mientras se habla de lo divino y lo humano y se intercambian chismes de la profesión o del partido y se pone a parir a algunos compañeros de la profesión o del partido.
 
Pero cuando llega el momento de que el político es político y el periodista es periodista, el momento de poner las cartas boca arriba, todo salta por los aires si uno de los dos, o los dos, creen que lo suyo era una amistad a prueba de bomba. ¿Por qué lo llaman amor cuando quiere decir sexo? Decía el título de la película.
¿Por qué lo llaman amor cuando quiere decir compadreo?
¿Por qué lo llaman amor?
“Todo salta por los aires si creen que lo suyo era una amistad a prueba de bomba”
 
ENEMIGOS ÍNTIMOS
OPINIÓN
Por Pilar Cernuda
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martes, 4 de octubre de 2011

4 de octubre


Todo fascina


No hay un solo destino / en cada vida
se abre a menudo otra trayectoria
que nos hace señales en la noche
cuando no estorna el sol inoportuno.

Todo fascina / todo nos atrae
son historias con algo de primicias
y en lo desconocido nos seduce
el cargamento de las novedades.

Cada realidad propone un signo
con una borrachera de confianza
y así nos perfilamos / obedientes
con señas derivadas de otras señas.

En este pedacito de pronóstico
somos los extranjeros del espíritu
el lenguaje del viento dice cosas
que ninguno se atreve a traducirnos.

Pesadillas del aire se entrelazan
preguntamos y nadie nos responde
al parecer un destino es el silencio
y al cabo del silencio está el futuro.

Mario Benedetti


Llegó el 4 de octubre y jugamos las cartas a un futuro. Agarramos las señales de la noche y decidimos que aún todo fascina.