martes, 30 de diciembre de 2008

Al frente


Afincada a esas horas en las que, como ya debería estar durmiendo, da igual que sume o reste unos minutos de más o de menos.

En esas horas escribo sin saber muy bien qué. A esas horas, que son éstas, hago la maleta para Madrid cuando aún no he deshecho la de mi vuelta de Italia. Mientras saco y meto ropa y libros, cuadernos y objetos varios, voy amontonando cosas sobre la cama, por el suelo, en mi habitual desorden. Aún quedan maletas sin abrir de este verano, del último invierno, de los meses que pasan sin darme tempo a cerrarlos del todo.

Ahí esta la culpa de que entre tantas maletas no deshechas aparezcan retazos del año, recuerdos, fotos, palabras. No ha sido un buen año el 2008, y sin embargo, las cosas buenas que me han pasado en el 2008 han sido tan (tannn) buenas que volvería sin dudarlo a vivir este mal año.

He aprendido que no se puede cambiar el pasado por mucho que se desee rehacer las cosas que se rompieron, que no se puede hacer más que pedir perdón por los errores cometidos, que dar las gracias por los instantes, que esperar, que desear, y actuar en consecuencia, porque el 2009 sea mejor que el 2008.

El pasado marca, siempre marca aún cuando no somos conscientes de su huella, marca pero se queda atrás. Sólo queda mirar hacia delante entonces.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Julio Verne

Fue pillado por su padre cuando siendo un niño intentó escapar de polizón en un barco. Su padre le hizo prometer que jamás viajaría más que con la imaginación. Y él se lo prometió.
Aunque no lo cumplió del todo, algo sí viajo, a los 31 años hizo su primer viaje, a Escocia. Pero para entonces, el viaje de la imaginación llevaba años practicándolo y se convirtió, de este modo, en el mayor precursor de la literatura juvenil y de ciencia ficción. Aquel niño que se agarró a la imaginación por no poder viajar se llamaba Julio Verne.
Siguiendo la decisión de su padre, el joven francés se trasladó a la capital para estudiar leyes. Pero él sólo soñaba con escribir teatro. Se compró un traje y lo usaba sólo para acudir a las tertulias de los cafés. Era el París de la década de los 50 del siglo XIX, que acogía expectante a un joven nacido en Nantes en 1828.
Una noche, el aspirante a escritor tuvo un encontronazo con un hombre. Verne, que estaba hambriento, se cayó al suelo. Al levantarse le reprochó al hombretón grande y fuerte que seguro se habría hartado de comer mientras él estaba desfallecido y no tenía fuerzas. Empezaron a hablar de tortillas. Y el hombre lo invitó a una cena unos días después. Aquel hombre era Alejando Dumas y en ese momento se convirtió en su primer mentor.
Julio Verne creyó ciegamente que la única forma de hacer realidad los sueños y conseguir los propósitos era por medio del esfuerzo y la constancia, de una implicación activa. En pro de esa creencia se levantaba a las cinco de la mañana, escribía, estudiaba Derecho, trabajaba en el teatro y cuando acababa la jornada se sumergía en los libros de las bibliotecas parisinas. Continuamente autodidacta se interesó por las ciencias de la salud, el esoterismo, la astrología, la geografía...
Por esas fechas sus padres le concertaron una boda con una chica de buena dote, él tomo entonces dos decisiones: no aceptó la boda y dejó los estudios de Derecho. Andaba enamorado del teatro y de Honorina, con la que acabó casándose.
Poco después, decidió probar suerte y entrar a trabajar en la bolsa. Todos los periodistas y escritores de la época pertenecían al círculo de la Bolsa. Tras su primer viaje a Escocia le ofrecen viajar a Noruega pero tiene que renunciar a él ya que por esos días nace su hijo Michel.
Es el año 1861, pasados los treinta, cuando vuelve a centrarse en la literatura. Con su primera novela en mano visita a quince editores en dos días. Le quedan pocas esperanzas cuando aparece el editor Hetzel, le publica Cinco semanas en globo (1862). Nunca más se volverán a separar. El éxito de Julio Verne se produce de inmediato.
Es entonces cuando Hetzel le ofrece un contrato por veinte años según el cual deberá escribir tres novelas al año que irían publicándose en su Magazine déducation et de récréation. Verne acepta y titula a su colección de obras Viajes extraordinarios, en honor a sus admiradas Narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe.
Viaje al centro de la Tierra (1864) será uno de sus mayores éxitos. Quedan ya en ella reflejados sus temas recurrentes como son la relación del hombre con la naturaleza, la soledad o la creación. Le seguirá De la Tierra a la luna (1865),
Sus primeros ingresos los invierte en un yate. Poco después escribirá 20.000 leguas de viaje submarino (1869) y La vuelta al mundo en 80 días (1873). Su obra cumbre fue probablemente La isla misteriosa (1875).
Se adelantó a su tiempo y previó desde las grandes potencias en las que se convertirían EEUU y Rusia hasta actuales avances tecnológicos o el mundo espacial.
Sin embargo, en la década de los 80 se apodera de Julio Verne el pesimismo y la negrura aparece en sus novelas. Personalmente cometé con su hijo los mismos errores que cometió con él su padre, y mantiene una tortuosa relación con Michel. Verne enviará a su hijo, en contra de su voluntad, de grumete en un barco a la India, el viaje que él nunca realizó.
1886 es su peor año, mueren su madre y su mujer, y posteriormente Hetzel, y una serie de enfermedades se manifiestan en él, entre otras, parálisis y diabétes. Uno de sus refugios por estas fechas se sospecha que fue en la masonería.
Deja París y se traslada a Amiens, donde desarrollará una faceta política como concejal en el ayuntamiento. Morirá allí en 1905 dejando 65 novelas, 20 relatos cortos, 30 obras de su juventud y 2 relatos geográficos, además 10 ó 12 obras que se publicarían póstumamente. Obras que, según un estudio de la Unesco, han sido traducidas a 112 idiomas.
Muere junto a su hijo y el hijo de Hetzel, dicen que las últimas palabras que les dijo fueron: sed buenos.
Dejó inacabada La invasión del mar, una novela que cuenta como Europa desaparece tras verse cubierta por las aguas provenientes del deshielo producido tras el cambio climático.
Vivió 77 años y su único “truco” para escribir decía que era documentarse muy bien.

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Anoche, a la una de la madrugada, volvía a casa en el coche escuchando La rosa de los vientos de Ondacero, narraban la vida y obra de Julio Verne. El locutor y el modo en el que estaba narrado el reportaje me impidieron levantarme del coche cuando llegué a casa, así que me quedé hasta que terminó el reportaje, una media hora, sentada en el coche, con el motor apagado, escuchando la radio. Me entraron ganas de leer a Julio Verne. O al menos, de documentarme...

sábado, 27 de diciembre de 2008

Mi coche


¿Sabéis que mi coche fue el primer Citröen Berlingo de Huelva?

1997. Yo llegué de un campamento y me monté en él. Desde el primer segundo hubo un flechazo entre nosotros, una bambina de 12 años (yo) y una medio furgo roja infierno (mi coche).

2002. Imborrable viaje familiar a Galicia. Mami, papi, hermano, amigo, perro, tortugas y yo. Entró así en la edad adulta mientras yo cumplía la mayoría de edad.

2003. En noviembre me saqué el carné de conducir y mis padres me regalaron el coche. Una L pegada con silicona y un cambio de sentido bajo un chaparrón. Ese fue nuestro reencuentro.

23 Diciembre 2008. Sus once años y mis veinticuatro suponen la despedida, así es la vida y los adiós se sienten con el corazón. Siempre estarás conmigo, coche.


Sevilla. Segovia. Aranjuez. Su recorrido vital y sus permanencias, o las mías, que vienen a ser lo mismo. Tiene su gracia. Mis amigos al enterarse de que ya no tengo a mi coche me escriben lamentando la perdida como si fuese también de ellos. Los chicos de Huelva han hecho muchos kilómetros en él; en el recuerdo de mis segovianas era otro personaje más. Acampadas, fiestas, aquella casa rural, Portugal, el País Vasco, puntos clave. Las cortinas y a rular. Algún sueño, en sentido literal. Mérida, la última cama. Rotondas. M 30. A4. Madrid-Huelva, el último trayecto largo.


Una treintañera brasileña, madre de tres niños, saltaba eufórica cuando le entregué las llaves, era su primer coche, decía; también fue el mío. Me dió buen rollo, le deseo lo mejor, a ella, a sus sueños y a mi coche.


Supongo que todo tiene un por qué. Y ahora es ahora. Nos hacemos mayores de muchos modos: creciendo, haciéndonos preguntas, asumiendo responsabilidades, evolucionando... para mal o para bien, pero evolucionando. Dando pasos. Todo se relaciona.

Esto, de un modo u otro, es una carta de despedida a mi Berlingo.


lunes, 22 de diciembre de 2008

Árbol de luces


- El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.

(Italo Calvino)

Cartas de una Erasmus - Entrega 07

La visita de La Mamma
Cuando la vuelta a casa por Navidad está literalmente a la vuelta de la esquina, mi madre me anuncia que ha juntado los días que le deben en su trabajo y que viene a visitarme. La recojo en coche en Pisa, acompañada de mi coinquilina y de las súperamigas. En un país como Italia donde La Mammaes toda una institución, ¿cómo no esperar ansiosa a la mía?









Pisa nos acoge con un sol rompedor que contrasta con las frías lluvias perugianas. En el mantón verde bajo la torre inclinada, si te apartas unos metros para observar, los turistas que juegan a sujetar la torre parecen deportistas de una sesión de Tai Chi al aire libre. Pisa es poco más que su emblemática torre, y volvemos a Perugia para demostrarle a mi madre que la ciudad que me ha acogido en mi italiana Erasmus mezcla desde los antiguos encantos legados por los etruscos hasta los más modernos ánimos despertados por la multitud de estudiantes que cada año acogen las Universidades Degli Studi y Per Stranieri.

Los secretos de Perugia
Hace falta que llegue la mamma para descubrir zonas nunca transitadas en la ciudad que habito desde hace casi tres meses. Increíble pero cierto: un Pozzo etrusco por el que se desciende, justo donde se sale de fiesta; el, probablemente, primer fresco de Rafael en la Capella di San Severo; una iglesia redonda, el Templo di Sant Angelo, que constituye la iglesia más antigua de la ciudad… y, entre otras cosas, un curioso y enigmático huerto en el interior de la Facultad de Agraria, con elementos como el Árbol Cósmico, el Árbol de la Luz y la Sabiduría, el Árbol del Bien y del Mal… y un curioso árbol de un rojo intenso denominado simbólicamente el Árbol de la Fresa.









La Perugina
Pero una de las visitas innegociables en la ciudad del chocolate era La Perugina, es decir, la Fábrica de Chocolate, perteneciente desde 1988 a Nestlé. La visita es gratuita y te reciben con una degustación de chocolates y caramelos. Posteriormente, te hacen un recorrido guiado por las instalaciones, y a la par, por la historia de la fábrica. Como dato curioso, el bombón emblemático, el Baci, entró en los Record Guinness, como el bombón más grande, en el año 2003, cuando hicieron un Baci gigante de 5.980 kg., 2,15 metros de alto. Un Baci que se hizo en 1.000 horas de trabajo y se comió en tan sólo cinco horas.

Todos los caminos llevan a Roma
Santa Maria degli Angeli, Assisi (Asís), Spello... y una parrillada de carne en la sierra de Umbría, la zona donde se encuentra Perugia: platos típicos como la polenta o la torta al testo, carnes varias y el famoso vino umbro.

Despedida con chocolate con nata casero y antes de volver a España, nada mejor que marchar de Italia pasando unos días en la siempre fascinante Roma. Mi madre nunca había estado en la capital italiana, ¿cómo amoldar la ciudad eterna a tan sólo dos días y dos noches de permanencia allí?

Recuerdos de lugares nunca vistos: todo el mundo conoce Roma antes de llegar. Pero Roma siempre sorprende. La Fontana di Trevi fue una de las primeras paradas. La pasta al salmón de la Pizzería Montecarlo; la segunda. La obsesión de mi madre: la Piazza Spagna, pero ¿dónde están las flores que aparecen en las postales y en las películas?, preguntó.

El Vaticano, San Pedro, las vistas desde su cúpula, las vistas desde San Angelo… hay tanto que sentir en Roma... El Coliseo, los Museos Capitolinos, Piazza Navona… Campo di Friori, Trastevere… y entre pizza al taglio y piadina, la última noche cenamos en un argentino.

Habrá que volver a Roma… a escribirla, a sentirla. Y entonces, me viene a la cabeza una película: Gente di Roma, de Ettore Scola. Y las palabras sobran.

domingo, 14 de diciembre de 2008

...de ciudad

Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver...

hay quien dice que fui yo el primero en olvidar...

...la estatua de la libertad.

sin timón ni timonel.

¿Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar?

martes, 9 de diciembre de 2008

Cinema Paradiso

"Cada uno de nosotros tiene una estrella que ha de seguir.
Márchate, ésta tierra está maldita.
Mientras permaneces en ella te sientes en el centro del mundo, te parece que nunca cambia nada. Luego te vas un año, dos… y cuando vuelves, todo ha cambiado. Se rompe el hilo conductor. No encuentras a quien quieres encontrar. Tus cosas ya no están.
Has de ausentarte mucho tiempo, muchos años, para encontrar a tu vuelta a tu gente, la tierra donde naciste.
Pero ahora no es posible. Creo que estás más ciego que yo."


... y desde que se hacen fuego los sueños, a mí se me derraman las lágrimas. Pero es sólo efecto del humo. El tiempo logra pelìculas que no arden.

Y entre las ruinas, el Coloso en llamas.

Con las piedras es mejor construir acueductos que tirarlas a matar. O construir cines, o construir sueños. Y con las patadas se meten goles.

Todos a la calle, sillas para compartir y la imagen proyectada en la fachada, esa escena es única.

No es lo mismo estar callado que hablar. Ahí no tiene razón Alfredo. Totó sueña, escucha, avanza. Y pataleo arriba, y pataleo abajo, la bicicleta sigue girando. Importa más el camino que la meta, no? o no hay que olvidar la meta? No tengo claro eso, que diría Toto cuando deja de ser niño, aunque no lo diga.

Una Italia de posguerra entremezclada con las ilusiones. Y los personajes vistos desde la cabina, no en la pantalla, sino entre las butacas. Y cuando te lleguen las palabras no te fíes de ellas. Y si cierras los ojos, me puedes escuchar.

Besos y más besos. "Serás ceniza de los besos que no diste" ¿quién dijo aquello? Besos y más besos. Bis.
Y entonces le recuerda: "Ámalo como amabas de niño la cabina del Cinema Paradiso."





martes, 2 de diciembre de 2008

Ahora

"Ahora que tengo ganas
ahora que tengo un alma que perder
ahora que no te debo ni me debes
ahora que me perfumo cada día
ahora que nos mojamos cuando llueve
ahora que no te engaño todavía
ahora que parecemos colegiales
ahora que sale gratis ser feliz
ahora que no me culpas de tus males
ahora que me han devuelto el mes de abril
ahora que nos besamos en los parques
ahora que hacemos tantas tonterías
ahora que estás a tiempo de olvidarme
ahora que no te quiero todavía."