Como tengo sueño, ando más empanada que de costumbre. Eso no impide que en mi lectura matutina de la prensa (en leer el propio periódico y la competencia consisten gran parte de mis prácticas), la vuelta a Madrid de la que habla el escritor haya llamado mi atención, probablemente porque mi final de verano surca la A4 en dirección inversa a la narrada. Se habla estos días del final del calor y de la vuelta al cole, del retorno al trabajo y la despedida de la playa con olor a septiembre. Cito: “La cuenta atrás del verano está acabando”. Cierto. Pero mi cuenta atrás es la contraria. No vuelvo a Madrid, me marcho de ella con la sensación de no haber tenido tiempo suficiente para encontrarnos, y con la incertidumbre y el temor de no saber si realmente, a la vuelta -¿qué vuelta?-, las miradas seguirán detrás de las mismas esquinas.
El sms 104 de mi bandeja de salida deja constancia, a las 10.38 del 6 de septiembre de hace un año, que me venía aquí a estudiar. Me dejé llevar, me dejé traer más bien. Este verano sí fui yo la que, teniéndolo absolutamente claro, decidí quedarme a hacer las prácticas en Madrid. En el periódico he pasado por varios ordenadores, varias fases y varios estados emocionales. Vuelvo ahora, a un día de finalizar la beca, al mismo ordenador en el que comencé.
A principios de julio me retaron a sobrevivir al verano, y hoy es 28 de agosto.
Mientras, anhelaba que llegara el fin de semana. Mis compañeros me imaginaban cansada, y a la vuelta el lunes me preguntaban compasivos: ¿trabajando el finde?. No entendían que no me sentía cansada, que no quería dormir, que quería aprovechar el tiempo, y que a veces, quería pararlo, pero no para descansar sino para disfrutar de los segundos.
Mis prácticas radiofónicas disiparon mis temores a las ondas, y la hora se coordino con las ganas, bajo la sombra de árboles que me protegían del sol, y de las tormentas de verano. Tenía un interés amplificado por el desconocimiento, y aunque sé que no me dedicaría a ello, y me dejó aún más claro que prefiero la prensa escrita, me lo pasé muy bien, y eso es ya muy importante, sobre todo en un verano que sacudía más verdín que sol. También hubo demasiados vacios y rencores de aguas demasiado pasadas. Demasiados demasiados.
Si nada cambia, el martes conduciré mi coche de Madrid al sur de Andalucía, en dirección inversa a los que acaban sus vacaciones y regresan a la capital. Todo vuelve a ser de paso, a representarse en una maleta...